El destino menos conocido del norte que impacta con sus paisajes de colores
“Todo esto es mío, tengo posesión de 200 años”, dice Edgardo Gallegos, más en serio que en broma, mientras maneja su 4×4 hacia la Reserva Provincial Laguna Brava, en plena cordillera riojana. Él, sus padres, abuelos y muchas generaciones más se criaron en esta tierra árida, abrazada por las montañas de colores, cuna de olivos y viñedos. Con “todo esto” se refiere a un paisaje imponente y prácticamente virgen, menos transitado que otros sitios del norte, donde solo se puede llegar con guía y con las precauciones que imponen 4000 metros de altura.
“Todo esto” incluye a pequeños pueblos que todavía conservan casas de adobe, cálidas en invierno y frescas en verano, el legado de las civilizaciones originarias con 2000 años de historia, creadores de unas de las cerámicas más lindas de la zona y las historias de los arrieros que todavía se cuentan.
“Yo pensaba que mi lugar en el mundo era Jujuy, porque estuve trabajando muchos años allá y me impactó ese paisaje, pero cuando volví y descubrí esta zona, me enamoré y me quedé trabajando acá”, recuerda.
Aunque nació en Villa Unión, no conoció la cordillera hasta más grande. Gardin, como lo llaman, asegura que son pocos los habitantes del pueblo que llegan a esta zona inhóspita, ventosa, de cerros que dibujan el horizonte, de curvas y contracurvas y caminos de tierra que solo conocen los locales.
El pueblo de Villa Unión, de 6000 habitantes, en el noroeste provincial, funciona como un buen punto para hacer base y recorrer los principales atractivos de la zona, entre los que se destaca el Parque Nacional Talampaya. Pero también desde donde se abren otros itinerarios, como el ascenso a Laguna Brava, una reserva provincial que, según se dice, fue bautizada de esta manera en honor al rigor de los vientos que nunca descansan.
Llegar a la laguna, en definitiva, es la excusa para internarse en esta zona de alta montaña, atravesar pueblos perdidos en el tiempo, como Vinchina de 320 años y hacer un viaje por diferentes eras geológicas. Lo más impactante es el color de las montañas como un arcoíris macizo y eterno, que siempre se luce. Rojo, donde hay óxido de hierro; verde, porque se destaca el cobre; amarillo, cuando domina el azufre; el azul delata la presencia de cobalto y violeta cuando predomina el cuarzo.
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A La Rioja, tan lejana para los porteños, llegamos en auto y en dulce montón con dos adolescentes y una nena de cinco años no tan interesados en descubrir paisajes inhóspitos y menos aún de enfrentarse a casi 3000 kilómetros de caminos inciertos. Pero las perspectivas cambiaron a medida que el viaje avanza por rutas impecables, muy poco transitadas, sin camiones a la vista, especialmente desde que el paso Pircas Negras, que conecta con Chile, no volvió a funcionar después de la pandemia.
El interés poco a poco se despierta con la vida de los diaguitas, el recuerdo del paso de Sarmiento por la zona, los dinosaurios que hace millones de años fueron amos y señores de estas tierras, los precipicios infartantes en el camino y las formaciones geológicas. Y sigue creciendo con un buen chivito, empanadas sabrosas y unas nueces confitadas.
Esta es la mejor época para visitar La Rioja, antes que el calor extremo y las lluvias del verano se vuelvan un obstáculo. De hecho, durante las vacaciones de invierno, Villa Unión rondó el 90 % de ocupación y Chilecito, otro de los destinos turísticos de la provincia, llegó al 70%.
Viaje al pasado
Talampaya es la carta de presentación, la postal con formaciones coloradas que seguramente incentiva el viaje a La Rioja, que muchos suelen combinar con el Valle de la Luna, en San Juan. Las áreas protegidas están pegadas una con otra y a las dos se puede llegar fácilmente desde Villa Unión, incluso en el mismo día si se arranca bien temprano.
La visita a Talampaya es diferente a otros parques nacionales y bastante más costosa: solo se puede recorrer con excursión organizada por el concesionario. En cómodos ómnibus y con un guía, comienza el viaje por las eras geológicas, que dura dos horas y media y transporta al pasado.
Los sedimentos que durante millones de años se acumularon en las profundidades de la Tierra, emergieron y quedaron al descubierto como enormes murallones cuando chocaron la placa de Nazca con la sudamericana.
Fue el hábitat de dinosaurios y muchos años después el hogar de las civilizaciones aguada y ciénaga, que dejaron petroglifos en las rocas. Es el reino del Zonda y la casa de un algarrobo abuelo que se estima que tiene 200 años. El algarrobo es el árbol insignia de la zona: con sus semillas se alimentaban los primeros pobladores y todavía se siguen elaborando bebidas y postres.
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Para visitar el parque hay que despertar a la imaginación para ver en esas geoformas esculpidas con paciencia por el viento y el agua, una catedral gótica, un gato, un cóndor, un monje y lo que cada uno quiera ver.
De camino de regreso se puede visitar la bodega Sacavino Arrieta, en el pequeño pueblo Los Palacios, a pocos kilómetros de Villa Unión. Como en la mayoría de los viñedos riojanos, con uvas Torrontés y una historia que merece ser contada. “Compramos una finca que se había incendiado y que estuvo abandonada 20 años, ganada por el monte. Antes había sido un viñedo. Sabíamos que el Torrontés no nos iba a fallar, por eso lo elegimos”, cuenta Liliana Arrieta que se hizo bodeguera de grande, casi de casualidad, cuando comenzó con su marido Luis a buscar alguna finca para sus años de jubilados.
Dejaron su vida en Córdoba como geólogo y trabajadora social para instalarse en La Rioja, a seguir los designios del apellido de Luis. “Plantamos 700 plantas de Torrontés –recuerda Liliana–; al principio no pensábamos producir vino sino solo vender las uvas, pero finalmente al ver la vendimia salimos a buscar un enólogo para ver cómo sería nuestro vino”; así nació esta bodega artesanal, que funciona desde 2017.
Se puede recorrer el viñedo, conocer paso a paso el proceso de producción del Sumalao, el vino que elaboran y que solo venden en la bodega y hacer una degustación.
Por la mítica 40
La Rioja es un buen destino para un road trip que enhebre varias localidades e incluso otras provincias, como Catamarca. Un norte menos famoso, más accesible y con mucho para mostrar. El viaje rutero contempla un buen tramo por la mítica ruta 40 hacia Chilecito por la Cuesta de Miranda, un circuito escénico de 12 kilómetros para hacer a marcha lenta y disfrutar de ese recorrido de cornisa por asfalto, que asciende hasta los 2000 metros y serpentea entre las montañas.
Chilecito recuerda el pasado minero de la región, cuando las entrañas de las sierras de Famatina fueron codiciadas por sus reservas de oro, plata y cobre.
Todavía puede revivirse esos tiempos de mineros en las estaciones del Cable Carril, una obra de ingeniería asombrosa para 1902, con nueve estaciones, para facilitar el transporte de los metales desde la mina La Mejicana, a 4300 metros de altura, hasta el ferrocarril. En la estación 1, donde puede verse la antigua estructura de transporte de metales también puede visitarse el museo que revive la historia de ese pasado de esplendor de la localidad, que tuvo el primer Banco Nación del interior del país y donde se acuñó la primera moneda de oro.
El Famatina, antes buscado por el oro que todavía atesora, ahora se posiciona como destino turístico y de aventura, un lugar todavía virgen para descubrir.
Las Placetas, en el corazón de las sierras, es un refugio a 2700 metros de altura que invita a hacer caminatas por las montañas o simplemente almorzar bajo el sol, merendar y disfrutar del entorno.
Si se ve una bandada de cóndores, con su planeo majestuoso no es casualidad: son habitués. Suerte habrá que tener, en cambio, para observar alguna taruca, un tipo de ciervo declarado monumento natural. Hay varios senderos para recorrer, los más sencillos de 800 y 1500 metros aptos para toda la familia y trekkings de hasta 72 kilómetros, reservados para montañistas.
“Estamos aprendiendo a convivir con lo agreste del lugar. Quiero que sea como esos refugios de los Alpes, para hacer trekking, comer algo rico, tomarte un vino. Ya recibimos varios franceses que no pueden creer lo desolado que es”, cuenta Mariano Platero, que aceptó el desafío de recuperar el sitio y convertirlo en unas de las nuevas propuestas de Chilecito. “No puedo vivir si no estoy vinculado a lo inhóspito, sin mucha presencia del hombre”, dice Mariano, que buena parte de su vida se dedicó a hacer travesías de 4×4 por caminos de montaña.
Platero cuenta que la zona era una vieja administración jesuita que explotaban las minas de plata, luego lo compró una empresa y desde hace cuatro años se encarga de darle vida al refugio, donde también es posible alojarse. Entre sus planes, anhela crear una reserva privada de 800 hectáreas y los fondos que generen destinarlos para comprar un equipo contra siniestros para la comunidad.
Las Placetas es uno de esos lugares que confirman que todavía hay muchos sitios para descubrir en el noroeste, para internarse entre montañas y valles, lejos de todo, cerca de la naturaleza.
Datos útiles
Cómo llegar
De Buenos a Villa Unión son 1270 kilómetros, por la autopista a Córdoba y luego por las rutas 38, 150 y 76, que atraviesa Talampaya. Villa Unión está a 278 kilómetros de la capital provincial y Chilecito, a 200.
Excursiones
Parque Nacional Talampaya. El acceso al parque es de 6000 pesos por persona a partir de los 6 años. El área protegida se visita con excursión, que dura 2.30 horas. Cuesta, por persona, $40.900 (hay planes familiares). Es conveniente reservar por la web; se realizan tours a las 9, 13.30 y 16.
Laguna Brava. Se puede ir con auto propio, pero es obligatorio entrar a la reserva con guía. De todas maneras, lo más recomendable es tomar una excursión en 4×4, por las dificultades que presenta el terreno para vehículos de calle. Entrada a la reserva $3500.
Las Placetas. Recibe visitantes para a almorzar o merendar y hacer caminatas sencillas o trekkings, para motañistas. Es necesario reservar. También ofrece alojamiento.
Alojamiento
Tanto Villa Unión como Chilecito tienen una amplia oferta de alojamiento. Hotel Cuesta de Miranda 1, tarifas desde $85.000 para dos personas. Hotel Cuesta de Miranda 2, desde $56.000. Cabañas Cable Carril, sobre la ruta 40, $70.000.
PARQUE NACIONAL TALAMPAYA! 🏜️ 🤩 Este parque es el atractivo principal de La Rioja, y tiene mucho sentido! 👇🏼 Esto es todo lo que tenés que saber: 🌎 Es un Parque Nacional donde hay formaciones de más de 250 millones de años, es patrimonio natural de la humanidad 🛌 Para conocer este lugar te recomiendo alojarte en Villa Unión o en El Chiflón. Tenés que ir por tu cuenta hasta el parque. 🏔️ El Parque tiene 3 opciones de tours 1. Tour clásico – dura 2.30 hs – tiene 4 paradas y se recorre el Cañón de Talampaya 2. Aventura 4×4 (la que hice yo!) – dura unas 4 hs – se recorre en un camión recopado y tiene 5 paradas – se recorre Cañón de Talampaya y Cañón de Shimpa 3. Trekking panorámico – dura 4 hs – Se recorre el Cañón de Talampaya + un trekking de una hora por arriba del cañón ℹ️ Todos los tours tienen guía que te van contando info muy interesante. También tienen horario de inicio, hay varias opciones por día! Te recomiendo comprar las entradas de antemano en www.talampaya.com 🍽️ El parque tiene un restaurante así que podés comer ahí mismo o llevarte tu vianda para comer antes o después del tour 👓 Llevate gorrito, lentes y protector solar! #larioja #talampayalarioja #parquenacionaltalampaya #parquetalampaya #valledelaluna #visitargentina #foryou
Además del Parque Nacional Talampaya, la provincia ofrece una cordillera deslumbrante, rutas escénicas, viñedos y pueblos quedados en el tiempo en un circuito entre Villa Unión y Chilecito Salud
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