El Congreso, de nuevo, un desafío para Milei​

Los planetas parecen alineados en favor del gobierno de Javier Milei. Pero puede ser un espejismo temporario. La agenda pública, dominada por escándalos y por acontecimientos nacionales e internacionales que sacaron del foco de atención al Gobierno y a la economía local, no impiden que la realidad siga su curso. Con múltiples desafíos abiertos.

La extensísima y renovada luna de miel de la que goza el Presidente con la opinión pública (también en otros planos) encuentra en la economía y en la política un panorama bastante más complejo. Asoma una hoja de ruta en la que se advierten señales de complicaciones y tensión. No hay autopista despejada. Ni sin peajes.

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El Congreso es en tal perspectiva una de las vallas por sortear, tanto por algunos proyectos en tratamiento que amenazan con alterar el plan maestro del déficit cero, como por asuntos por debatir en el futuro inmediato. Ellos obligan y obligarán a la Casa Rosada y a los bloques oficialistas a demostraciones de orden, atención y flexibilidad, que no son aptitudes innatas del espacio libertario y del Presidente.

El envío del proyecto de presupuesto para 2025, que tiene como fecha límite de presentación el 15 del mes próximo, asoma como un asunto crucial tanto en lo económico como en lo político. El déficit cero como premisa y un triunfo electoral como objetivo son variables de convivencia compleja. Más para un gobierno que está en abrumadora minoría en ambas Cámaras.

Pero la administración mileísta debe sortear antes algunas pruebas del presente, como el desenlace que tendrá el proyecto de financiamiento universitario, que la oposición acaba de lograr su aprobación en Diputados y debe tratar el Senado. Otro tanto ocurre con la iniciativa opositora para modificar el cálculo de la movilidad jubilatoria, que tiene media sanción y que los senadores opositores pretenden convertir en ley dentro de una semana.

Si esos proyectos lograran sancionarse el Gobierno se verá en una encrucijada, que quiere evitar y, por eso, buscó atajos para demorar el debate. El dilema para Milei es de índole político, económico y financiero.

Si fueran aprobados, el Presidente podría vetarlos para evitar que afecte uno de los dos logros de los que se ufana y contrapone al sacrificio del ajuste, como es el equilibrio fiscal. Pero si lo hiciera debería pagar un costo político que prefiere evitar, ya que ambas temáticas tocan fibras muy sensibles de la sociedad.

El ajuste a los jubilados y a las universidades públicas despierta los mayores y más amplios rechazos sociales. La multitudinaria marcha en defensa de la educación de hace cuatro meses todavía duele en el oficialismo: movilizó a muchos de sus votantes. Y después del paro de docentes y no docentes que hace tres días tuvo una altísima adhesión, está en evaluación una nueva marcha.

“El déficit cero no se negocia. Eso vale para los que quieren gastar más ahora y para el presupuesto 2025, así como para los que quieren afectar los ingresos. Por eso me la paso rechazando lobistas que vienen a proponer rebajas de impuestos sin contrapartida”, dice una fuente de Economía con la que coincide una de las espadas legislativas de Milei.

Es un aviso para todos. Aunque menos para sectores empresarios que para gobernadores y legisladores de provincias que no piden necesariamente más partidas, pero sí que se coparticipen tributos que la Nación recauda, pero no comparte, como el impuesto al cheque o las retenciones a las exportaciones. Ni hablar del gran soporte de las arcas públicas como ha sido este año el impuesto PAIS, al que el Gobierno le puso fecha de vencimiento para fin de año. Otro agujero que rellenar.

La previsión oficial de una caída del PBI del 3,5% este año y una recuperación más moderada y más heterogénea que la soñada para 2025 obligan a una precisión extrema en el cálculo el presupuestario.

“Vamos a tener que negociar y mucho. Y habrá que resignar algunas cosas que estarán en la versión inicial. El Presidente ya lo sabe y lo incorporó. Es la lección que dejó la Ley Bases”, señala una de las personas en las que Milei deposita una inusual confianza.

Admiten en el oficialismo que la negociación será ardua, dado que se discutirá de los ingresos y gastos públicos de que se dispondrá en un año electoral. Ahí la fragmentación de los espacios políticos ofrece algunas oportunidades, pero, también, representa muchos desafíos. A la condición de minoría absoluta de los bloques libertarios se suman los conflictos internos que atraviesan a sus integrantes, que, en algunos casos parecen irreconciliables.

La división de la bancada libertaria de diputados es hiperbólica. Si desde el comienzo tuvo dificultades para integrarse y designar autoridades, la reciente visita a represores condenados por la comisión de delitos de lesa humanidad, con provocadora foto de familia incluida, terminó por desatar una guerra intestina, de destino incierto. Un mayor escándalo solo se demora por las necesidades y gentilezas de bloques opositores, que han sido funcionales para impedido el tratamiento del tema en el recinto.

“Es muy complicado el funcionamiento. Esto es una Armada Brancaleone. La mayoría no tiene experiencia política y vienen de orígenes muy distintos. No reconocen más autoridad que la de Milei y si algo no le interesa a Javier es ocuparse de estas cosas, que no las delega sino que se desentiende”, admite un legislador libertario que padece la anarquía en su paso de la teoría a la práctica.

A ese escenario se suma la distancia que empieza a marcar el macrismo, que ha sido hasta ahora el principal y más disciplinado soporte legislativo del Gobierno. La traducción en hechos de la diferenciación que expuso Mauricio Macri hace un par de semanas inquieta más que sus palabras. Lo que ocurra en el Congreso y el armado electoral son los dos motores reales que impulsaron a Milei para volver a invitar a Macri a cenar en la residencia de Olivos. Contención de daños.

Sin embargo, nadie en el lado amarillo de la política augura una relación sin tropiezos. La respuesta del fundador de Pro a quienes le han preguntado cómo le fue en la comida en Olivos parece reafirmarlo. “Como siempre”, contestó Macri a varios, y a quienes lo consultaron por WhatsApp les agregó un emoji de sonrisa apretada. Podría interpretarse como una ironía. A juzgar por los antecedentes, en los que a las “buenas charlas” seguían nulos resultados, la respuesta no permite suponer que espere grandes cambios. Aunque ahora las necesidades pueden ser distintas.

Más desafíos que los admitidos

Los meses porvenir asoman más desafiantes que lo que el Gobierno quiere admitir. Sus optimistas previsiones se basan en la confluencia perfecta de demasiadas variables económicas, financieras y políticas en lo interno y lo internacional.

“Eso hacen los financieros. Apuestan a que les salen todas las carambolas, sin margen para que alguna falle. Ya hemos visto eso y no necesariamente con final feliz”, advierte un experimentado economista de un prestigioso think tank liberal. No necesitó nombrar a Caputo, el mayor. En esa misma línea, otros opinan que “el Gobierno sobrestima sus capacidades y subestima los desafíos”. Deuda, reservas, cepo y actividad económica conforman el cuadrángulo de la incertidumbre.

Por eso, muchos actores económicos esperan a ver qué definiciones trae el proyecto de Presupuesto.

“Hay tres áreas que tendrán prioridad para el gasto y otras tres sobre las que seguirá el ajuste para sostener el déficit cero. Las que se privilegiará son seguridad, defensa y educación. Y en las que se basará el ahorro son planes sociales, empleo público y subsidios”, anticipa uno de los legisladores oficialistas que sigue en detalle este tema y dialoga con frecuencia con el Presidente y con el ministro de Economía.

En la Casa Rosada y en el ala libertaria del Congreso dicen que la obra pública seguirá siendo fuente de ahorro y que derivarán a las provincias esa obligación. A Salud le tocaría lo mismo. Sin embargo, algunos empiezan a advertir que esos puntos y algunos otros podrían entrar en revisión cuando entre en juego el cálculo electoral.

Habrá que ver cómo se ecualiza el diseño económico-financiero con la pretensión de triunfo en algunos distritos cruciales entre los que se cuenta la provincia de Buenos Aires, donde la boleta libertaria sería encabezada por el actual diputado y presidente de la Comisión de Presupuesto José Luis Espert, “el profe”, como cariñosamente lo llama Milei.

La perspectiva de una recuperación más lenta y muy heterogénea empieza a entrar en los cálculos. La industria y el comercio del área metropolitana no están entre los sectores que antes se reactivarían, según todos los cálculos. En el pobladísimo Gran Buenos Aires aún conserva su predominio el perokirchnerismo, a pesar de las oscurísimas horas que atraviesa, sobre todo por la imputación a Alberto Fernández por violencia de género contra su expareja, que sucede a la catastrófica herencia económica dejada y la consecuente derrota electoral.

Las variables se amplían y los asuntos se diversifican, a pesar de la propensión a la monofocalidad de Milei. De todas maneras, por estas horas los cálculos econométricos parecen no ser su único interés.

Su entorno está sorprendido con su relación íntima con Amalia “Yuyito” González, a quien ha presentado formalmente a varios de sus más cercanos. Pueden dar fe el “profe” Espert y su esposa, invitados a compartir una cena con la pareja hace tres días, luego del acto en el que Milei besó en público a la exvedette.

El vínculo parece haber entrado entre los asuntos de Estado, a juzgar por ciertas precauciones adoptadas por la novia, que abandonó algunos chats grupales y advirtió que su teléfono estaría a cargo de otras personas. El control es para todos.

La instalación de la relación se trató de un foco de atención que los gurúes del marketing político de Milei difícilmente hayan aconsejado cuando todo el interés público lo acaparaba el escándalo de Fernández y del que se solazaban en el oficialismo, ya que sacaba del centro de la escena las dificultades del presente.

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Algunos observadores descreen de que en la publicidad del romance haya primado el cálculo y lo atribuyen a la obsesión por la centralidad que caracteriza a Milei. Otros lo consideran una forma de anticiparse a cierto hartazgo de la audiencia frente a la predominancia excluyente del caso Fernández-Yañez. El ciclo de atención a los asuntos es finito.

Sea como fuere, la realidad suele terminar imponiéndose a los fuegos artificiales. Así, lo que suceda próximamente en el Congreso, más allá del escaso interés masivo que suele suscitar su funcionamiento, será un escenario donde el Gobierno deberá sortear varias pruebas. Una vez más.

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