El accidente de un crucero que se convirtió en una impensada fiesta (y hasta en un negocio)​

¿Pasó alguna vez por tu cabeza irte de crucero y que éste accidentalmente se estrelle en la Antártida y termine teniendo las mejores vacaciones de tu vida? Aunque la pregunta te parezca insólita -o sacada de una historia de película- eso le sucedió al crucero Seabourn Pursuit.

Cuando este barco pasaba por la bahía Hanussen chocó contra una capa de hielo marino, pasó a toda velocidad y terminó incrustado varios cientos metros en el agua helada del mar. Tal vez lo primero que se le venga a la cabeza sea la historia del Titanic, pero esta historia fue diferente: los 250 pasajeros que se encontraban a bordo se asomaron a sus balcones para ver lo que estaba pasando y al ver lo ocurrido bajaron a la pasarela y comenzaron a salir del barco para dar un paseo por el hielo.

Aunque a muchos les hubiera generado temor quedar en medio de la Antártida, para estas personas fue todo lo contrario: no estaba en sus planes llegar a este lugar y lo que hicieron fue sacar sus champañas y brindar por la experiencia única que estaban viviendo.

Mientras los pasajeros disfrutaban de uno de los lugares más fríos de la tierra, Greg y Susana McCurdy, dos policías jubilados de Las Vegas, comentaron que ese viaje era lo mejor que les había pasado y que no lo veían como un accidente, sino como una oportunidad de conocer la Antártida.

Susana es una agente de viajes a tiempo parcial y junto con su esposo se la pasan visitando lugares exóticos y contó cómo últimamente ha observado un cambio entre sus clientes, ya que están eligiendo sitios que sean auténticos. “Quieren más autenticidad, más cosas de la lista de cosas que hacer antes de morir, sobre todo después del covid. Simplemente ya no esperan más (…) Y la Antártida está casi al principio de la lista de todos”, dijo Susana.

Aunque suene loco y hasta descabellado, el auge a los viajes de las Antártica comenzó después de la pandemia del covid, cada día son más las personas que prefieren este sitio, que ir a una playa y disfrutar del sol. La Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida, lleva haciendo un seguimiento del número de turistas que visitan el continente blanco desde principios de los años 90. En aquel entonces, unas 7.000 personas la visitaban cada año.

En la última década se han disparado de una manera que muchos no se esperarían. En el invierno de 2017, fueron al menos 44.000 turistas que visitaron el exótico lugar. En lo que va del año las visitas han superado los 122.000 turistas. Hace algunas décadas, viajar a la Antártida significaba hacerlo en barcos pequeños, algunos de ellos eran cortadores de hielos de Rusia y Canadá, y de otras naciones polares, pero no era una experiencia de lujo, como puede llegar a ser hoy en día.

Robin West, vicepresidente y director general de expediciones de Seabourn, realizó su primer viaje a este lugar en el año 2002, los barcos estaban equipados con camarotes y baños compartidos. “Ponías tu nombre en una pizarra para comer espaguetis o lasaña cada noche” dijo Robin West.En ese entonces los barcos no solían tener ni siquiera ventanas para ver al exterior, pero hoy en día las experiencias son diferentes. Colleen McDaniel, redactora jefe de Cruise Critic, atribuye a las líneas de cruceros Lindblad y National Geographic, ya que ellos fueron los pioneros en realizar este tipo de viajes.

“Fueron realmente las pioneras en acercar la experiencia antártica a un viajero más tradicional. Pero aquellas navegaciones iniciales eran menos lujosas de lo que vemos hoy en día”, agregó McDaniel. En la actualidad estos cruceros cuentan con todas las comodidades y hay algunos que ofrecen paquetes de aventura, para realizar en el lugar más frío de la tierra.

“Últimamente, Ponant, Silversea, Seabourn y Scenic han dado pasos de gigante con esa experiencia de lujo de alta gama, ofreciendo increíbles suites a bordo, cenas excepcionales e incluso spas. Líneas de cruceros como Quark están creando productos para los amantes de la aventura, ofreciendo cosas como esquí de fondo y acampada”, afirmó McDaniel.

​ El Seabourn Pursuit, con 250 pasajeros a bordo, encalló en la Antártida; lejos de sentir miedo, los tripulantes disfrutaron como nunca; la historia de un traspié que salió bien  En las redes 

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