De María Dueñas a Camila Sosa Villada: la Feria vivió su jornada más convocante con filas, emoción y ventas​

La Feria del Libro recuperó este jueves feriado el pulso frenético de sus mejores días: caminar entre los pasillos volvió a ser desafiante, lo mismo que conseguir un asiento en las presentaciones más esperadas. En su jornada más multitudinaria desde su apertura, hubo filas sobre la Avenida Santa Fe para el ingreso, para comprar entradas, para escuchar a los autores y hasta para pagar los libros en los stands, con asistentes con bolsas cargadas de ejemplares y otros, instalados en el predio de la Rural ya leyendo sus tesoros recién adquiridos.

Como una rockstar literaria, Camila Sosa Villada fue una de las figuras más convocantes de la jornada. Como en otras ediciones, atrajo una fila descomunal que serpenteaba el firmódromo, al igual que otros autores como la española María Dueñas o el ilustrador Benjamin Lacombe, que firmó ejemplares de sus nuevos trabajos, El retrato de Dorian Gray e Historias de mujeres samuráis, en el stand de Edelvives durante más de tres horas.

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Con botella en mano y vestido ceñido color plata, Sosa Villada hizo de su presentación completa una lectura en alto de sus propias palabras, las de su nuevo libro, La traición de mi lengua, una obra íntima y visceral. Y lo hizo con el magnetismo que la caracteriza y que hace de cada aparición suya un acto performático.

“Pensé que no iba a venir nadie”, bromeó ante la sala abarrotada, con asistentes de pie. Y leyó: “Pueden venderse la juventud… el drama, la tragedia, la fidelidad, la comedia… se venden asesinatos… animales, cuerpos vivos, el semen… la comunicación con los muertos… el amor, la simpatía, la indulgencia… el petróleo, el gas, la Internet… una niña… la libertad, la idea de la libertad… tu nombre en un grano de arroz… los escritores, los editores… las historias de amor… el momento exacto en que se quiebra un corazón por la mitad como una copa…”.

“Soy una puta emancipada”, volvió a leer con la voz rota, mientras el público, en buena parte joven, la mimaba entre aplausos. “La memoria es el afecto más traidor que existe”, siguió leyendo. Leyó, se quebró, lloró. Se sirvió una copa, se secó las lágrimas y siguió. A ratos se reía sola, a ratos abría silencio, como al citar a la infancia. “¡Te amo, Camila!”, la interrumpieron desde los asientos. “¿Quién dijo eso?”, quiso saber, y otra voz reforzó: “¡Todos te amamos!”.

Un rato antes, en la misma sala José Hernández y, al igual que la anterior actividad, organizada por Grupo Planeta, María Dueñas presentaba Por si un día volvemos. La acompañaba el periodista Nino Ramella, en una charla cargada de historia. La autora habló del exilio, de la Argelia colonial, de los españoles que cruzaron el mar movidos por la miseria o por la guerra, y de cómo esas historias alimentaron su nueva novela, protagonizada por Cecilia Belmonte, una joven que huye bajo un nombre falso para sobrevivir.

“Cecilia es como un gato salvaje. Una buscavidas. Arisca, pero se la quiere”, dijo la autora. Y se emocionó al recordar a Antonia Kerrigan, su agente literaria fallecida, a quien dedica el libro. “Ella apostó por mí sin saber quién era. Lo que pasó con El tiempo entre costuras fue una maravilla, pero después necesité calma y mi segunda novela fue un intento de huir de esas expectativas”, compartió.

La escritora española se refirió en buena parte de la presentación a los movimientos migratorios que conectaron históricamente a España con distintos destinos, entre ellos con el Protectorado francés en Argelia. “Los españoles tardaban una noche en barco en llegar. Algunos iban a la cosecha, otros a quedarse. Fueron fundamentales en el crecimiento de esa zona, mano de obra dispuesta a deslomarse trabajando”, aportó. Dueñas habló también de otros éxodos claves en distintos momentos críticos de su país: “Fuimos una nación eminentemente emigrante y no se nos tiene que olvidar que mucha gente tuvo que marcharse forzada”, recalcó.

Dueñas mencionó con admiración al escritor Albert Camus, nacido en Argelia, un pied-noir (“pies negros”, en su traducción al español, un término para referirse a los europeos instalados en Argelia durante la ocupación francesa) y recordó cómo durante el franquismo, cuando muchos quisieron regresar, Franco envió barcos a Orán, donde se ambienta su historia. Ramella sumó, entonces, que también “tenemos un Orán en Argentina, en Salta”, en alusión a la huella de los españoles a este lado del océano.

Al ser consultada sobre la relación entre Francia y Argelia, Dueñas señaló que aún persiste cierta tensión histórica. “Siguen sin ponerse de acuerdo sobre cómo se comportó Francia en aquel momento”, dijo. La española también reconoció ciertos atavismos derivados de los cruces geográfico-culturales: “Quedan memorias, como mujeres árabes cantando ”Bésame mucho”, canciones que escuchaban, reminiscencias, o palabras sueltas que quedaron del español en el árabe”.

Sobre su proceso creativo, confesó: “Le doy vueltas a mis textos, por eso no los leo nunca una vez publicados, porque les seguiría dando vueltas”. Aunque todavía no tiene definido su próximo proyecto literario, contó que la lectura fue su refugio desde niña: “Mi madre dice que aprendí a leer sola”. Parte del público que la escuchaba atento, en buena parte adulto, se acercó después al stand de Planeta para conseguir una firma de la autora.

Movida joven y otras perlitas del feriado

La jornada había empezado bien temprano, a las 13.30, con el esperado Encuentro de Bookfluencers, que coparon la sala Victoria Ocampo del Pabellón Blanco con sus selfies, videos y transmisiones en vivo. Coordinado por Cris Alemany, el encuentro tuvo charlas en continuado durante toda la tarde.

Más tarde, a partir de las 16.30, Ida Vitale, la poeta uruguaya de 101 años, Premio Cervantes y referente de las letras latinoamericanas, fue el centro de una maratón de lectura. Fue un homenaje en vida del que participaron poetas y artistas, organizado por Ampersand, en el espacio Zona Futura, del Pabellón Amarillo.

Luego, la presentación de El pequeño Nicolás (Del Zorzal), de René Goscinny y Jean-Jacques Sempé, con Canela, Chanti y Luis Pescetti fue también un homenaje en una jornada repleta de lectores en busca de libros, tesoros y ofertas.

​ Fue la jornada con más público desde que abrió las puertas; hubo presentaciones a sala llena y cientos de lectores esperando las firmas de sus autores favoritos  Cultura 

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