De bolsas a satélites: tres startups que ponen foco en la rentabilidad y el medio ambiente​

La nueva generación de emprendedores no solo piensa en escalar. También busca dejar una huella y sabe que la transformación empieza por casa. Los creadores de Trown, WeCircular y Satellites on Fire tienen algo en común: un modelo de negocios que combina propósito, tecnología y un compromiso activo con el ambiente.

“No es cualquier indumentaria”. Así resume Tomás Mejía, cofundador y CEO de Trown, el diferencial de esta marca de ropa outdoor nacida en la Patagonia. Inspirada en la naturaleza y enfocada en el diseño funcional, Trown parte de una idea simple pero disruptiva: romper con el paradigma actual de cómo se produce una prenda. En la firma, por ejemplo, importan jersey teñido con tintes naturales, para reducir el uso de agua, y diseñan prendas durables, para evitar el descarte.

Emprender Con Propósito. Tomas Mejía, Santiago Tótaro Y Joaquín Chamo.

Pero el impacto de Trown va más allá de lo textil: su propósito es reforestar bosques nativos. En alianza con Parques Nacionales y con el trabajo de voluntarios y marcas aliadas, la empresa ya plantó más de 40.000 árboles y participa de programas de limpieza de playas. “Queremos que la gente tome conciencia del impacto que tienen sus compras y del fast fashion. Al estar al tanto, uno puede cambiar su forma de consumir”, señaló.

El descarte y la durabilidad de los productos fue también el punto que llevó a Santiago Tótaro a crear su propio negocio. Seleccionado por Singularity University en Silicon Valley para incubar un proyecto de innovación tecnológica, hoy es CEO de WeCircular, una startup que desarrolla materiales capaces de sustituir al plástico en aplicaciones de un solo uso.

“Trabajamos a partir de un material que ya existía en la industria: el recubrimiento de cápsulas de medicamentos, que son 100% amigables con el cuerpo humano y por ende con el ambiente”, explicó. Y en 2021, eligió validar su propuesta con un producto clave en el día a día: una bolsa para delivery.

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“Una bolsa de plástico para delivery se usa 15 minutos, pero tarda 400 años en degradarse. Nacimos para cerrar ese gap. Trabajamos muy cerca de la industria para desarrollar soluciones a medida, con clientes que tienen necesidad de reducir el uso de plástico”, explicó. Su primer gran cliente fue Franui, y hoy el producto crece en adopción.

De acuerdo con el emprendedor, la empresa no apunta a fabricar, sino a desarrollar tecnología e integrarse a las plantas existentes de la industria. “Nuestra escalabilidad es infinita, porque podemos procesar en la capacidad instalada de la industria. Somos socios y nos integramos a ella, cambiando la materialidad para que puedan seguir produciendo el mismo producto que hacían pero de una forma más sustentable”, aclaró. Actualmente están montando una planta piloto en Buenos Aires para desarrollar la tecnología e iterar más rápido las soluciones.

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A la hora de analizar las posibilidades de escalabilidad, Joaquín Chamo, cofundador de Satellites on Fire, fue contundente: “La escalabilidad es uno de nuestros beneficios más importantes. Hoy monitoreamos todo el continente americano, por lo que podemos tener un cliente en la Argentina o en Estados Unidos. Nuestro objetivo es priorizar América Latina, para luego pasar a Norteamérica y luego a Europa.

Satellites on Fire nació como una plataforma de detección temprana de incendios: hoy protege 56 millones de hectáreas en 19 países y -según sus mediciones- superó a la NASA en velocidad de alerta.

Para Chamo, la imagen de los incendios en Córdoba y en el Amazonas fue el disparador, consciente de que su impacto va mucho más allá de lo visual. “Con una buena prevención, la mayoría de los incendios no se hubieran dado. Si los campos están bien preparados y tienen las fuerzas necesarias para atacarlos a tiempo, el incendio se contiene y se evitan las pérdidas de fauna y flora. Un árbol puede tardar 20 años en recuperar su productividad después de un incendio, por ejemplo”, señaló.

El nuevo modelo

¿Puede un proyecto con impacto ser rentable? Para estos emprendedores, no solo es posible sino también es necesario. “No hay suficientes ONG en el planeta para resolver lo que enfrentamos. El Estado y los privados tienen que asumir su impacto. Y el consumidor se está dando cuenta”, enfatizó Tótaro.

Desde su experiencia en Trown, Mejía lo sintetizó con una anécdota: “Hace años un primo en Los Ángeles me compartió un paper. Mostraba que los consumidores de entre 18 y 40 años elegían productos con propósito y con menor impacto. Hay una generación que se está dando cuenta de que algo tiene que cambiar y uno tiene que tomar una participación activa”.

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