Cómo trabaja la provincia que es considerada modelo en la atención de mujeres consumidoras de droga​

Pocos días después de internarse, Natalia vivió una experiencia que la hizo sentirse cuidada e importante por primera vez en mucho tiempo, sobre todo desde que el consumo de cocaína la tenía atrapada. Una camioneta la pasó a buscar por el hogar donde hace el tratamiento y la llevó al hospital. La vio un médico clínico, una nutricionista y un odontólogo. Le sacaron sangre y le hicieron radiografías. “Todo en una mañana”, cuenta con tono de incredulidad.

Lo que vivió Natalia, que tiene 43 años, es parte de un abordaje que se llama Ronda de Cuidados, un programa de la subsecretaría de Salud Mental y Adicciones de la ciudad de Córdoba. Con ese chequeo buscan que los espacios terapéuticos cuenten con una ficha de salud actualizada de cada persona en tratamiento.

El hogar en el que Natalia convive con otras 15 mujeres es uno de los cinco espacios de internación que reciben a mujeres en la provincia de Córdoba, una cifra considerable si se tiene en cuenta que la red nacional de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación (Sedronar) suma sólo 13 centros de internación exclusivos de mujeres y 16 provincias no tienen ni siquiera uno.

La oferta de Córdoba para atender problemas de consumo se completa con espacios ambulatorios municipales y provinciales que hacen foco en la prevención y el tratamiento y que superan los 140 en toda la provincia. Hay un dato que llama la atención y que ayuda a entender la velocidad de respuesta que buscan darle a la problemática: en el Hospital San Roque, el principal centro ambulatorio de la capital cordobesa, el tiempo de espera promedio para un turno es de 11 días.

“Es un modelo a seguir”

La manera en que la Córdoba aborda la problemática del consumo es elogiada por funcionarios y toxicólogos del país. Es destacada, por ejemplo, por el director de la Sedronar, Roberto Moro: “Se ve la continuidad de una política pública en el tiempo. Es una provincia que entendió que el trabajo articulado resulta más eficiente y optimiza los recursos”, explica el funcionario.

El toxicólogo, Carlos Damin destaca que el sistema se ubica dentro de la órbita del Ministerio de Salud de la provincia, a diferencia de otras jurisdicciones, que lo centran en Desarrollo Social. “Eso marca la mirada y la integralidad del abordaje, lo que demuestra que se puede hacer prevención y asistencia en forma efectiva. Muchas veces, cuando depende de Desarrollo Social, el abordaje se queda corto en materia de asistencia”, sostiene Damin, quien después de varias décadas al frente del servicio de Toxicología del Hospital Fernández, de CABA, es actualmente el director de la institución. “Además, hacen lo que hacen, con estadísticas serias, aplicando modalidades basadas en la evidencia científica. Es un modelo a seguir”, agrega quien además es profesor de toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA.

El subsecretario de Salud Mental y Adicciones de la capital cordobesa, Lucas Torrice, cree que lo que distingue a la ciudad es que tiene otra mirada sobre los consumos. Una mirada alejada del prejuicio y más cerca del cuidado y del servicio. “Lamentablemente, muchos trabajadores de la salud aún no entienden cómo tiene que ser el trabajo para que este servicio no sea una especie de puerta giratoria: hace falta un trato más humano, alejado de la mirada médica punitivista”, remarca.

Torrice se encuentra con LA NACION en el dispositivo Las Aldeas, uno de los tres espacios ambulatorios que tiene el municipio. El centro funciona en la periferia de la ciudad, en un predio en el que se reparten 10 casas con paredes de piedra y techo a dos aguas que parecen salidas de una postal barilochense. Las casas tienen diferentes funciones: por ejemplo, un centro ambulatorio que depende del municipio, un centro médico, dos hogares de niños de la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia y un espacio de primera infancia gestionado por la ONG Aldeas Infantiles.

“Este lugar es un ejemplo de todo lo que se puede hacer si se articula con los diferentes actores”, dice el funcionario, quien explica que más del 60% de las personas que se acercan a los hospitales por problemas de consumo requieren tratamiento ambulatorio. De esta manera, Torrice resalta la importancia de que existan una red de espacios en los barrios capaces de satisfacer ese tipo de demanda.

En ese sentido, hace dos semanas se inauguró en la capital cordobesa un nuevo tipo de dispositivo ambulatorio, el primero en su tipo. Se trata del Punto de Encuentro Comunitario (PEC), que funciona en un espacio que pertenece a la red de la Sedronar, está ubicado en la ciudad ,pero funciona con personal de la provincia. El objetivo de este tipo de centros es profundizar la oferta en materia de prevención y asistencia. “Nuestro objetivo es potenciar el trabajo en provincias como Córdoba, que promueven el trabajo articulado”, explicó Moro.

Atienden sin turno

En Las Aldeas, la subdirectora del centro ambulatorio municipal, Luz Villegas, cuenta que en lo que va del año y por primera vez, las consultas de mujeres superaron a las de los varones. “Siempre le digo al equipo: ‘Mujer que llega sin turno, mujer que tiene que ser atendida’. Es la estrategia de la espontaneidad. No sirve decir: ‘Vení mañana, vení otro día’. Porque lo más probable es que no vuelva”, explica.

Que las mujeres sean mayoría en un dispositivo para tratar el consumo problemático es una excepción saludable. Según una investigación de LA NACION, a pesar de que la diferencia en la proporción de varones y mujeres que consumen sustancias como marihuana o alcohol es cada vez menos significativa, los varones son quienes más acceden a tratamientos, donde la proporción oscila entre un 70/30 u 80/20.

Las causas detrás de este desbalance son varias. A las mujeres les cuesta más pedir ayuda porque su consumo está más estigmatizado que el de los varones. Pero además, hay menos dispositivos pensados para ellas. De las 86 centros de internación que ofrece el sistema nacional en todo el país para quienes no pueden pagar un tratamiento ni tienen obra social o prepaga, solo 23 están preparados para recibir mujeres, ya sea porque son espacios exclusivos (13) o mixtos (10), mientras que hay casi cinco veces más espacios exclusivos para varones.

A todas estas razones se suma una propia de quienes son madres: el miedo a que, si piden ayuda, la Justicia intervenga y sus hijos queden a cargo de otro familiar o de una institución de abrigo hasta que logren rehabilitarse.

“Para mí, el hijo tiene que estar con la mamá, ¿entendés?”, dice Tania, compañera de tratamiento de Natalia, en el hogar de la Fundación Moviendo Montañas. En lo que alguna vez fueron dos casas conectadas por un patio viven 15 mujeres que vienen de contextos y realidades diferentes. Las recién llegadas conviven con quienes están avanzadas en el tratamiento.

Los centros trabajan en red

Tania comparte cuarto con dos mujeres más. Muestra un almohadón que hizo en un taller de serigrafía. Cuenta que cuando llegó hace algunos meses para tratar su consumo de cocaína, no quería que nadie supiera que se había internado. “Sobre todo mis amigas, las que no están en consumo, las mamás de la escuela. Porque digo: un día voy a volver y me va a dar vergüenza porque me van a señalar a mí o lo van a señalar a mi hijo como el hijo de la chica que estaba en consumo. Ahora que estoy en tratamiento y estoy mejor, todavía me da miedo que no manden a sus hijos al cumple de mi hijo por mi culpa, ¿entendés?”, dice.

La fundación es una de las instituciones que integran el Consejo Municipal de Políticas Integrales para la Prevención del Consumo Problemático de Drogas, un espacio encabezado por la subsecretaría y lo integran 50 instituciones, entre organizaciones sociales, barriales, eclesiásticas y universitarias.

“Detrás del tratamiento de los consumos problemáticos hay muchos colectivos: iglesias, movimientos sociales. Las instituciones tienen que conocerse. Acá no hay que competir porque nos necesitamos todos”, dice Lucas Torrice. Para el funcionario, el rol del Estado tiene que ser el de coordinar y acompañar el trabajo de los espacios.

El consejo comenzó a funcionar en 2020 y se reúne periódicamente. En la última sesión, en la que LA NACION estuvo presente, se habló del lanzamiento de diplomaturas en salud mental y adicciones para ONG y de la creación de un mapa interactivo con todos los servicios de salud mental y adicciones.

“Lo que tiene de bueno la provincia de Córdoba es que se articula muy bien, tanto desde el Estado provincial como del municipal con las distintas organizaciones de la sociedad civil y la Iglesia. Ese trabajo conjunto se vuelve más eficiente. Por esto siempre se dice que Córdoba tiene bien puesta la mirada en el acompañamiento de mujeres”, sostiene Maria Elena Acosta, coordinadora nacional de mujeres e infancias de la Familia Grande Hogar de Cristo, la red de espacios de la iglesia católica para el tratamiento de los consumos problemáticos. De los 278 centros en todo el país, 70 son de internación pero sólo 18 reciben a mujeres. Uno de ellos está en Córdoba.

4 niveles de atención

La mayor presencia de mujeres en el dispositivo Las Aldeas es una tendencia que se replica en los espacios territoriales que dependen de la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la provincia de Córdoba. Dicho de otra manera, los espacios ambulatorios de los barrios registran que el 59,7% de las consultas son de mujeres, mientras que los varones suman el 38,5% y otras identidades de género el 1,7%.

En cambio, en el principal espacio ambulatorio centralizado y en las comunidades terapéuticas para internación se repite la tendencia nacional. En los primeros, la proporción entre varones y mujeres fue de 66,7% contra un 33,3%. En las comunidades, en tanto, la relación fue de 84% y 16%.

La red provincial está compuesta por niveles. El nivel 1 trabaja la prevención y la atención en el territorio con más de 130 de espacios de escucha dispersos en la provincia. El nivel 2 se ocupa del tratamiento ambulatorio y funciona en el Hospital San Roque, ubicado en el centro de la ciudad de Córdoba. El nivel 3 contempla internaciones hospitalarias breves para desintoxicación. En tanto que el último nivel se ocupa de la recuperación en las dos comunidades terapéuticas mixtas provinciales.

En el Hospital San Roque la principal modalidad de tratamiento es la terapia grupal. Hay grupos mixtos pero también específicos: de mujeres, de adolescentes y también de familiares. Actualmente funcionan casi 50 espacios grupales a los que asisten, en promedio, unas 20 personas. Todas ellas hacen, en paralelo, terapia individual y, en caso de necesitarlo, tienen seguimiento psiquiátrico. Si necesitan medicación, la reciben gratis.

El desafío de cuidar a los hijos

Para el afuera, Ada era una señorita inglesa, la reina de la fiesta, la que siempre pagaba más que el resto cuando llegaba la cuenta. Puertas adentro, en su heladera llegó a tener 54 latas de cerveza para ella. “Nadie se daba cuenta de que yo estaba borracha. Pero al otro día tenía que llamar a mis amigas para preguntarles qué había hecho y cómo había llegado a mi casa”, se sincera mientras espera que comience la sesión grupal en el San Roque.

Junto a ella están Mónica y Lucía. Las tres hablan maravillas de la atención gratuita que reciben. Ada cuenta que la sesión de terapia individual es el único lugar en el que puede abrirse. “Le digo a la terapeuta: ‘Siento que lo único que hago, es quejarme’. Y ella me dice que está bien que ese sea mi espacio seguro para hacerlo”, dice. Mónica cuenta que desde que asiste, ganó coraje para hablar de su consumo. Lucía agrega que desde que viene recuperó el amor por la vida.

Cuando la terapeuta abre la puerta, a la par de las tres mujeres, entras 20 más. La hija de una de ellas, una nena de unos 10 años, se queda en el pasillo esperando a su mamá. Juega con un celular mientras come semillas de girasol que tiene en una bolsa entre las piernas.

“La cuestión del cuidado es una limitante siempre, por eso en los centros ambulatorios tratamos de que haya espacios para niños pero es un desafío que todavía tenemos”, reconoce la subsecretaria de Prevención y Asistencia de las Adicciones de Córdoba, Florencia Maiocco.

Puertas adentro, el salón parece un aula. El grupo es diverso en edad y heterogéneo en términos socioeconómicos. La terapeuta busca consensuar con el grupo una serie de pautas para que las celebraciones familiares no impliquen recaídas. Entre todas dicen que la clave es anticiparse, por ejemplo, preguntando quién compra las bebidas para garantizarse que haya gaseosas o agua.

Pero la propuesta del San Roque no es accesible para todas. “Muchas de las mujeres con problemas de consumo están atravesadas por situaciones de violencia y no pueden dejar sus barrios para ir hasta el centro de la ciudad”, explica la funcionaria, quien tampoco subestima la variable económica. Un tratamiento ambulatorio requiere de dos o tres viajes semanales en colectivo, un golpe al bolsillo que no todas pueden afrontar. Más todavía si tienen que viajar con sus hijos.

“Tener grupos de mujeres no necesariamente significa que tengas perspectiva de género. Todavía, muchos de estos espacios se piensan desde la lógica masculina. La accesibilidad para las mujeres sigue siendo un desafío”, reconoce Yael Samban, directora de Jurisdicción de Gestión Territorial y de la Red Asistencial de las Adicciones de la provincia de Córdoba.

Adaptarse a los nuevos consumos

En las afueras de la ciudad, una de las villas más pobres de Córdoba es, también, la que tiene mayor densidad de población de transas. Mariela dice que hay varios en cada una de las cuadras del barrio. Ella lo sabe muy bien, agrega con un dejo de lamento: el consumo de crack le sacó todo, hasta sus hijos.

Tanto desde el municipio como desde la provincia coinciden en que el trabajo en red y la presencia en los barrios más pobres es crucial para acortar brechas de tratamiento. Hay otro punto en el que el acuerdo entre las jurisdicciones es unánime: la preocupación por el avance del crack, sobre todo durante el último año. El crack es una forma de cocaína fumable, a la manera del paco. Como se la consume en una especie de pipa, todos lo llaman “el pipazo”

“El pipazo creció mucho, pero mucho, en los barrios más pobres, donde la pobreza se agravó todavía más. Tal vez una explicación posible es que, cuando estás dado vuelta, te olvidás de que tenés hambre”, arriesga Celeste Viotti, tutora del Programa de Acompañamiento Territorial de la provincia.

Después de perder a sus hijos, Mariela, de 34 años, se animó y pudo acercarse a uno de los espacios ambulatorios que funcionan en el barrio. “Creo que a mis hijos ya los perdí, no sé si tratándome pueda recuperarlos. Pero lo tengo que hacer por mí, por mi futuro, no puedo seguir así”, reconoce la mujer, quien prefiere evitar las fotos y cualquier referencia al barrio. “Acá nadie lee los diarios, pero nunca se sabe”, dice, cautelosa.

El vínculo que entabló Mariela con Celeste, su terapeuta, es de mucha confianza. “Ella me entiende, me escucha, no me juzga”, dice la mujer. Entonces cuenta que durante un tiempo, sus hijos se habían quedado con la abuela paterna, la mamá de su expareja. “No sé bien qué pasó, pero ella se enfermó y la Justicia se los llevó. Nunca buscó al padre, que vive acá en el barrio, formó pareja y ya tiene otro hijo. Pero el barrio y su familia no lo juzgan a él: me juzgan a mí”, dice mientras se seca las lágrimas.

Hay un último punto en el que la provincia y el municipio están de acuerdo: salvo iniciativas puntuales, las mujeres en consumo que tienen hijos siguen siendo las grandes ausentes dentro del sistema cordobés. “No llegan porque no pueden”, reconoce Maiocco y asegura trabajan en atender eso: “Lo vamos a ir resolviendo”.

Dónde pedir ayuda

Línea 141. Es para una primera escucha y asistencia inmediata. Es anónima, gratuita y funciona las 24 horas. Depende de la Sedronar.Narcóticos Anónimos: brinda atención gratuita y confidencial las 24 horas a través de su línea 0800-333-4720 o por WhatsApp al 1150471626. Desde su página web se puede asistir a una reunión virtual.Para informarte sobre más lugares donde pedir ayuda, a qué señales hay que estar alertas y cómo acompañar a un familiar, podés navegar la guía de LA NACIÓN sobre adicciones.

Cómo colaborar

Los Hogares de Cristo suman unos 200 dispositivos de tratamiento de las adicciones en todo el país. Reciben donaciones al alias TORNEO.MEDANO.CADENA

Información sobre esta investigación

Esta nota es parte de una investigación periodística que se realizó en el marco del Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas convocado por la Fundación Gabo con apoyo de Open Society Foundations.

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