Cómo lidiar con los populismos: un manual de supervivencia para los CEO​

Este año, los líderes occidentales deben sortear una larga lista de llamadas telefónicas complacientes. Alrededor de 80 países, que albergan a unos 4000 millones de personas, celebrarán elecciones en 2024. Algunos directores ejecutivos pueden haber redactado ya sus elogios para Narendra Modi, quien es casi seguro que mantendrá su puesto como primer ministro de la India, donde los ciudadanos están emitiendo votos en una encuesta que durará semanas. Después de las elecciones en México en junio, los líderes corporativos esperan felicitar a Claudia Sheinbaum, la candidata oficialista para suceder a Andrés Manuel López Obrador.

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Las empresas occidentales que buscan reducir su dependencia de China se han vuelto hacia India y México. Pero ninguna perspectiva electoral los termina de seducir completamente. Modi ha facilitado hacer negocios en su país, simplificando el sistema impositivo e invirtiendo en infraestructura, entre otras cosas. Pero también ha aumentado los aranceles a bienes como automóviles e incrementado la ventaja fiscal de las empresas nacionales sobre las extranjeras. López Obrador también nacionalizó los activos de empresas occidentales en industrias que van desde los materiales de construcción hasta las energía y permitió que bandas criminales campen a sus anchas. Indonesia, otro mercado que ha captado la atención de los jefes occidentales, eligió a su propio populista, Prabowo Subianto, en febrero pasado.

Los CEO encuentran poco consuelo más cerca de casa. Pocos disfrutan de la perspectiva de que Donald Trump, autodenominado “el hombre de los aranceles”, triunfe en noviembre próximo, incluso con su discurso de reducción de la burocracia. También se sienten ambivalentes con respecto al presidente Joe Biden, quien habla de aumentar los impuestos corporativos y culpa a las empresas por la inflación persistente. En Gran Bretaña, los conservadores en el poder desprecian las súplicas de las empresas para mantener el acuerdo de libre con la Unión Europea. Sin embargo, muchos grandes empresarios corporativos son escépticos de que el laborismo defienda sus intereses si, como se espera, el partido de centro-izquierda llega al poder este año. Se predice que los partidos nacionalistas escépticos del libre comercio, ampliarán su presencia en el Parlamento Europeo después de las elecciones en junio. Un partido de este tipo está en camino de ganar las próximas elecciones nacionales de Austria.

La tendencia a largo plazo es clara. The Economist, utilizando datos del Proyecto Manifiesto, un grupo de investigación, examinó la proporción de discusiones favorables y desfavorables sobre la libre empresa en los manifiestos de los partidos políticos en 35 países occidentales desde 1975 hasta 2021, el año más reciente disponible. En la década de ‘90, la desregulación, la privatización, el comercio sin trabas y otras políticas que alegran el corazón de los empresarios fueron elogiadas casi el doble de veces de lo que fueron criticadas. Ahora los políticos son más propensos a denigrar estas ideas que a celebrarlas.

Cualquier amistad con el mundo corporativo ya no se deriva de la creencia de que lo que es bueno para los negocios es bueno para los ciudadanos, y por lo tanto, por extensión, para las perspectivas de sus representantes electos. En cambio, los gobiernos están preguntando no qué pueden hacer por los negocios, sino qué pueden hacer los negocios por ellos. Los titanes corporativos occidentales están aprendiendo así a adaptarse a un mundo en el que su éxito puede depender del capricho de un gobierno. Los contornos de un nuevo manual de instrucciones están tomando forma.

Punto de partida

El conocimiento es el punto de partida. Los CEO se están volcando hacia consultoras especializadas como Dentons Global Advisors (DGA), McLarty Associates y Macro Advisory Partners (MAP) que prometen desmitificar la política en el país y en el extranjero. McKinsey y bancos de inversión como Lazard y Rothschild & Co ofrecen consejos similares. Estos consejeros, a menudo ex funcionarios gubernamentales, ayudan a las empresas a comprender los cálculos políticos y las limitaciones que dan forma a las políticas gubernamentales.

Eso permite a los CEO saber en qué curvas políticas preocuparse más. Los líderes corporativos pueden estar seguros de que la hostilidad hacia China persistirá independientemente de quién gane en noviembre. Biden, temeroso de parecer blando con el rival económico de EE.UU., se ha vuelto más beligerante. En abril, pidió que los aranceles sobre el acero y aluminio chinos se triplicaran y anunció una investigación sobre los astilleros extranjeros subvencionados. El 24 de abril, firmó una ley que, entre otras cosas, prohibirá TikTok en EE.UU. a menos que su propietario chino venda la popular aplicación. Aunque Trump pueda buscar desvincular las economías estadounidense y china más rápidamente que Biden, la dirección del viaje parece similar.

Una victoria para Trump puede tener consecuencias para los negocios transatlánticos, opina Kate Kalutkiewicz de McLarty Associates. Si sigue adelante con su amenaza de imponer un arancel del 10% a todas las importaciones de bienes, independientemente de su origen, es probable que Europa tome represalias, piensa Sir Mark Sedwill, ex jefe del servicio civil británico y ahora en Rothschild & Co. El año pasado, las empresas estadounidenses que cotizan en Bolsa generaron alrededor de un octavo de sus ingresos en Europa, tres veces más de lo que ganaron en China, según estimaciones del banco Morgan Stanley. Sus pares europeos, que obtienen alrededor de un quinto de sus ingresos de América, se verían aún más afectadas.

La incertidumbre que representa Trump se cierne sobre las empresas que han llegado a depender de la producción en México para exportar a Estados Unidos. Trump, quien cree que los déficits comerciales son para perdedores, puede apuntar al rojo que muestra el intercambio comercial de EE.UU. con México, que alcanzó un nuevo récord el año pasado. El acuerdo comercial que negoció con México y Canadá en 2018, ahora está en revisión. Si Trump cierra la frontera para cumplir su promesa de acabar con la inmigración ilegal, el comercio también sufriría las consecuencias.

Mapear este tipo de escenarios ayuda a las empresas a equilibrar riesgos, argumenta Ed Reilly, líder de DGA. Las empresas pueden frenar el avance de grandes proyectos que dependen del resultado de una elección que se presenta reñida, señala Nader Mousavizadeh, que dirige MAP. Sin embargo, otras compañías no se contentan con mirar lo que pasa en el mundo de la política. Como lo expresa un consultor, los gobiernos intervencionistas crean incertidumbre, pero también pueden beneficiar a aquellos que juegan su favor.

Esta búsqueda de ayuda no tiene por qué ser tan evidente como presentarse a cenar en Mar-a-Lago, el exclusivo resort de Trump en Palm Beach. Un ejemplo es el de Intel, el fabricante de chips estadounidense que en marzo obtuvo una subvención de $8500 millones del parte del gobierno de EE.UU. Pat Gelsinger, CEO de Intel desde 2021, ha cortejado diligentemente a la administración de Biden, presentando a su compañía como la respuesta a los esfuerzos de EE.UU. para reducir la dependencia de semiconductores fabricados en lugares potencialmente peligrosos como Taiwán. Además de envolverse retóricamente en la bandera de su país, la empresa más que duplicó sus gastos en lobby durante la gestión de Gelsinger, hsata alcanzar los US$7 millones el año pasado, según cifras de OpenSecrets, una organización sin fines de lucro. La ofensiva parece haber dado sus frutos. Gina Raimondo, secretaria de Comercio de Estados Unidos, ahora llama a Intel “nuestro campeón”.

Otras empresas, y no solo las estadounidenses, han estado ocupadas en negociar en el Capitolio. Volkswagen, que el año pasado se convirtió en el primer fabricante de automóviles extranjero en ser elegible para los reembolsos fiscales del gobierno estadounidense para vehículos eléctricos (evs), casi triplicó su presupuesto de lobby desde que Biden llegó al poder. Un enviado corporativo que ya abandonó Washington, reflexiona cómo pasó gran parte del mandato de Trump ayudando a los clientes a obtener exenciones de aranceles y gran parte del mandato de Biden ayudándolos a conseguir subsidios. Entre 2020 y 2023, el número de lobistas desplegados en la calle K aumentó de 11.500 a casi 13.000.

La situación no es exclusiva de Estados Unidos. Un enviado comercial en Bruselas dice que ha estado muy ocupado con clientes que buscan beneficiarse de los esfuerzos de la UE para descarbonizar. Las empresas occidentales también están tratando de demostrar su valor para Modi y su círculo interno, dice Teddy Bunzel de Lazard. “Nunca antes la alineación con la política gubernamental había sido tan importante para el éxito en India,” explica Mousavizadeh. Después de reunirse con Modi el año pasado, Tim Cook, CEO de Apple, tuiteó que compartía su “visión del impacto positivo que la tecnología puede tener en el futuro de India”. Algunas empresas occidentales, incluida la de Cook, están buscando favores abriendo fábricas en India, lo que viene con el beneficio adicional de los subsidios. Otros optan por aliarse con jugadores locales. En febrero, Disney anunció que fusionaría su negocio indio con Viacom18, el brazo de medios de Reliance Industries, un conglomerado indio con un líder bien conectado. Por su parte, TotalEnergies, un gigante energético francés, se ha asociado con el Grupo Adani, un titán industrial con buena sintonía con Modi.

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Posiciones políticas

No todos los políticos están igualmente abiertos al mundo corporativo. Forjar lazos con López Obrador, que incluso es hostil hacia los empresarios mexicanos, ha sido complicado, asegura Bunzel. Pero no imposible. El año pasado, el presidente declaró que impediría a Tesla, un fabricante estadounidense de automóviles eléctricos, construir una fábrica en el árido norte de México. Dio marcha atrás después de una llamada telefónica de Elon Musk, el jefe de Tesla, quien prometió usar agua reciclada. Muchos CEO creen que Sheinbaum será más pragmática que su predecesor en sus tratos con las empresas.

Congraciarse con los gobiernos no garantiza el éxito. El precio de las acciones de Intel cayó un 9% el 26 de abril después de que proyectara un crecimiento pobre en ventas y ganancias. Los subsidios de Biden no ayudarán mucho a que recupere la ventaja tecnológica que ha cedido a competidores últimamente. Además, a medida que la política se polariza más, las empresas vinculadas a un campo político podrían ver revertida su fortuna si el poder cambia de manos.

Aun así, con los políticos en todas partes inclinando los mercados a su voluntad, muchos CEO no podrán resistir el atractivo del poder. Cualquiera que sean las dudas que tengan los británicos sobre el laborismo, agotaron todas las entradas disponibles para el “día de los negocios” en la próxima conferencia del partido en menos de 24 horas cuando salieron a la venta el 23 de abril. Como señala Grégoire Poisson de DGA, “si no estás en la mesa, sos parte del menú”.

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