Cáncer en la región: por qué la escasez de fondos para los planes nacionales puede poner en riesgo la detección precoz​

LIMA.- “Si no se publican los planes nacionales de prevención y atención del cáncer, es para que no se judicialice la demanda”, señala Kenji López-Cuevas, abogado y presidente de la Fundación Cancer Warriors de México. “Solo el 27% de los programas de control de la enfermedad en el mundo cuentan con presupuesto para funcionar”, agrega quien también es el primer representante de la región en integrar el consejo de administración de la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC, por su sigla en inglés).

En un encuentro en esta ciudad con sesiones paralelas para médicos, asociaciones de pacientes y medios de la región, en el que participó LA NACION, se habló sobre los diagnósticos más frecuentes (cánceres de pulmón, mama, próstata y colon/recto) y a edades más bajas, se resumieron proyecciones de un aumento de nuevos casos de cáncer y la mortalidad asociada, y no faltó la referencia a la transición hacia la indicación de los tratamientos de acuerdo con las características tumorales en cada caso y hacia terapias en desarrollo dirigidas cada vez con más precisión contra las células tumorales o al uso del sistema inmunológico para controlarlas.

Pero, además, se volvió sobre lo esencial y con más relevancia que cobra en este contexto la prevención, la detección temprana con una adecuada identificación patológica de la enfermedad y el seguimiento sostenido de los pacientes. Sobre todo, porque las proyecciones también dan cuenta de que los tratamientos aumentan cada vez más la expectativa de vida de los pacientes, como refieren oncólogos. En Estados Unidos, por ejemplo, el Instituto Nacional del Cáncer prevé que el número de personas que recibirán un diagnóstico y lo superarán pasará de 18 a 26 millones en la próxima década y media, de acuerdo con datos mencionados.

De ahí que López-Cuevas insistiera en la importancia de que los ministerios de Salud en los países den cuenta de las políticas públicas orientadas a lograrlo. En especial en la región, según enfatizó, donde los planes nacionales de prevención con modificación de factores de riesgo, detección oportuna, atención y seguimiento, junto con acceso a cuidados paliativos con las guías clínicas y los presupuestos se actualizan con la frecuencia con la que lo hacen los avances en medicina.

Estudios

Coincidieron con él Karla Ruíz, directora de la asociación de pacientes Esperantra, de Perú, y Catherine Moura, presidenta de la Asociación Brasileña de Linfoma y Leucemia (Abrale) y directora ejecutiva de la Asociación Brasileña de Talasemia (Abrasta). Ruíz puso énfasis, además, en las responsabilidades individuales de hacer los controles de rutina recomendados para la detección temprana, como son la mamografía, la colonoscopía, el test de antígeno prostático específico (PSA)/tacto rectal, el Papanicolaou (PAP) y el test de VPH, la tomografía computarizada de baja dosis u otros estudios radiológicos y clínicos en población de riesgo de cáncer pulmonar o con signos de sospecha.

“El cuidado de la salud individual empieza muchísimo antes de llegar a la consulta médica, que ya es una medicina reactiva: tengo un síntoma, que permite la detección más temprana o más tardía, pero de un problema que ya está y es tarde para prevenir”, dijo Federico Losco, médico del Departamento de Oncología Clínica y de la Unidad de la Unidad de Tumores Genitourinarios del Instituto Alexander Fleming, en Buenos Aires, que participó del encuentro.

Y son muchas las enfermedades que, según continuó el oncólogo argentino, está demostrado que se pueden prevenir si se tienen hábitos de vida saludables.

“¿Es fácil? No, eso es dificilísimo –expresó Losco en diálogo con LA NACION–. Es mucho más difícil cambiar un hábito que tomar una pastilla o, a veces, que hasta aplicar una terapia. Le digo a los pacientes que hagan ejercicio y bajen de peso y, muchas veces, prefieren tomar cinco o seis pastillas. Se trata de comer mejor, moverse más y perder peso. Lo digo así, como si fuera tan fácil, pero sé que no lo es porque todos o la mayoría tenemos una vida que no nos permite tener hábitos saludables. Pero es importante saber que pequeños cambios hacen que haya un beneficio al final.”

Moura destacó que eso también es parte de la promoción de la prevención que debe implementarse desde los distintos niveles (municipales, estaduales/provinciales o nacionales) a través de políticas públicas y planes nacionales que apunten al indicador más importante: reducir la mortalidad por cánceres que pueden detectarse con tiempo suficiente como para intervenir con mayores herramientas clínicas y terapéuticas disponibles.

Con López-Cuevas y Ruíz destacaron las “enormes brechas” que todavía hay entre los servicios disponibles en las principales ciudades y hacia el interior de los países de la región, como así también las “fallas de organización” de los sistemas de salud que no terminan de reducir las distancias que hay que trasladarse para acceder a servicios o no resuelven los inconvenientes de logística y provisión organizada y a tiempo de medicamentos. Esto, según enumeraron, junto con altos niveles de burocracia, ausencia de datos epidemiológicos y presupuestos insuficientes que todavía subsisten en la región.

Losco, en tanto, ante la consulta sobre el escenario argentino, mencionó que hay un acceso a “muchos medicamentos” que otros países no tienen, aun como Brasil, con un mayor PBI. “En la Argentina, en el sistema público se accede a mucho más que en otros países de la región”, comparó, sin dejar de hacer referencia a problemas que hubo últimamente en la continuidad de la provisión. Especialistas de otros países que participaron citaron también esa discontinuidad como un problema asociado a los problemas de asignación presupuestaria frecuentes en la mayoría de los países.

Datos de un relevamiento que hace la Federación Latinoamericana de la Industria Farmacéutica (Fifarma) citados por voceros del laboratorio Pfizer, organizador del encuentro en esta ciudad, sumaron otro: el tiempo que demoran en llegar a la región las nuevas terapias, con respecto de Europa y Estados Unidos. Es, respectivamente, de entre tres y cinco años, versus unos seis meses.

La Argentina, seguido de Costa Rica, son los países en América Latina con procesos más cortos para la aprobación regulatoria de medicamentos oncológicos y la cobertura. En promedio, la disponibilidad local de una terapia nueva es de 966 días: pasan entre 810 y 586 días desde la aprobación por agencias las regulatorias de Estados Unidos o Europa y otros 156 hasta que se define su cobertura.

Fondos

Los resultados de dos análisis de los planes nacionales de cáncer –uno en el mundo y, otro, en la región–, también mencionados en el encuentro en esta ciudad, señalan que además de que solo un 27% tiene una asignación presupuestaria adecuada, entre un 40% y un 60% de esos fondos todavía se concentran en adecuar infraestructura, mejorar el acceso a la atención y capacitación, lo que deja poco margen para las acciones sostenidas de prevención y detección temprana e investigación local.

En el relevamiento impulsado por la UICC y la Alianza Internacional para el Control del Cáncer al que se refirió López-Cuevas, apenas el 59% de los planes incluye las estrategias para monitorear y evaluar su impacto en la población y asegurar servicios de calidad y accesibles. Solo un 36%, en tanto, cita datos epidemiológicos y registros oncológicos actualizados del país, mientras que apenas un 1% menciona la evidencia revisada detrás de cada estrategia e intervención recomendada.

La revisión de políticas públicas en América Latina que un equipo de investigadores de centros de México, Estados Unidos, Brasil, Colombia y Canadá publicado en junio en The Lancet Oncology determinó que de los 16 países con planes activos, solo ocho eran específicos para el control del cáncer. Aunque estaban asociados con una menor incidencia de la enfermedad, no reducían la mortalidad, que es el principal objetivo.

El mes pasado, en la Argentina, las asociaciones de pacientes agrupadas en Unidos por el Cáncer pidieron a las autoridades de Salud un “nuevo Plan Nacional de Control del Cáncer”, tras la eliminación del Instituto Nacional del Cáncer para incorporar sus funciones a la estructura del Ministerio de Salud de la Nación.

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