Boca atacó mejor y se reencontró con su gente gracias a los goles de Merentiel y Cavani

Boca encontró en Leandro Paredes la razón principal para disimular gran parte de sus problemas en la cancha. Como ya había sucedido con sus asistencias ante Unión y Racing, o con aquel medio gol que abrió el triunfo frente a Independiente Rivadavia, volvió a aparecer en el momento justo para rescatar al equipo en un partido que parecía bajo control en el juego, pero que no lograba resolver en el resultado. Su claridad terminó valiendo otros tres puntos, importantes no solo para sumar el segundo triunfo seguido en el tramo más amable del fixture -ahora tocará Aldosivi en Mar del Plata-, sino también para darle al equipo un respiro tras un inicio de temporada complicado, que incluyó la peor racha sin triunfos en la historia del club. La frutilla del postre fue el regreso de Cavani al gol en la Bombonera después de cinco meses.
Russo repitió el equipo por primera vez en este ciclo, pero Boca se pareció muy poco al que venía de golear a la Lepra. La diferencia no estuvo en los nombres ni en el esquema, sino en cómo se repartieron las funciones. En Mendoza, lo mejor había sido la sociedad Paredes-Battaglia: por primera vez se habían complementado en la mitad de la cancha y le habían dado al equipo equilibrio y circulación. Esta vez, en cambio, la fórmula no funcionó. Russo buscó en Paredes al encargado de darle salida clara desde atrás, metiéndose entre los centrales para iniciar el juego, mientras Battaglia se ocupaba de patrullar el círculo central y conectar con los volantes. Los roles se invirtieron y el equipo lo sintió: Boca perdió fluidez, juntó pases sin sentido, abusó de los cambios de frente y casi no generó peligro.
El clima en la tribuna también acompañó ese bajón. El aliento, que había empezado fuerte, se fue apagando con el correr de los minutos. Porque Boca tenía la pelota, avisaba de vez en cuando, pero no lograba imponer condiciones. Las ocasiones llegaron casi siempre desde fuera del área: Blanco y Paredes hicieron lucir a Sanguinetti, figura en el primer tiempo con atajadas clave.
Cavani, muchas veces, en lugar de perfilarse para rematar, prefería abrir la pelota hacia Blanco y luego buscar la descarga, pero sus centros llegaban siempre al segundo palo, lejos de donde estaba él. Merentiel bajaba demasiado a recibirla y se perdía en la intrascendencia. Si no era por Paredes, que cada tanto se soltaba, Boca avanzaba pero no atacaba.
Banfield también dio sus ventajas, sobre todo al momento de presionar. No lo hacía en bloque, sino de forma individual, y eso dejaba espacios para que Boca avanzara y filtrara pases a espaldas de los mediocampistas. El Taladro intentó ser prolijo con la pelota, pero le faltó contundencia: buscó las contras, pero casi nunca logró generar un ataque claro. Por sexto partido consecutivo en casa, Boca no convirtió en la primera mitad y se fue al descanso con la obligación de salir a buscar el gol en el complemento.
La segunda parte arrancó con los mismos protagonistas, pero con un cambio: Paredes más adelantado y Banfield más retrasado, intentando resistir. En ese tramo, Cavani tuvo una chance clara de cabeza, pero decidió bajarla en lugar de rematar. El quiebre llegó, otra vez, desde los pies de Paredes. Con un pase de billar, habilitó a Aguirre para que corriera a espaldas de Abraham, que falló en el cruce. El exNewell’s llegó justo para sacar el centro y encontrar a Merentiel, que controló con clase, desparramó al arquero y la tocó al arco vacío.
Ese gol, lejos de tranquilizar a Boca, lo desacomodó. El equipo se replegó, perdió la claridad y entró en un estado de confusión: dejó de ganar las divididas, mostró signos de cansancio y permitió que Banfield creciera. El visitante generó un par de situaciones claras que no supo aprovechar. Le perdonó la vida a Marchesin y otra vez lo pagó en su arco.
El desahogo llegó de la mano de Paredes. Con un tiro de esquina bien ejecutado, encontró la cabeza de Battaglia. El remate dio en el travesaño y el rebote le quedó a Cavani, que definió para sellar el partido. No había sido una gran noche para él: venía torcido y los hinchas le estaban perdiendo la paciencia. Aun así, el gol cambió el clima y, aunque había pasado casi inadvertido en la previa, con apenas un puñado de aplausos cuando la voz del estadio anunció su nombre, la Bombonera terminó vivándolo.
Lo mejor del partido
El final fue todo alivio. Hubo tiempo para la fiesta en la tribuna, para los aplausos a los cambios y, sobre todo, para la primera gran ovación a Paredes desde su regreso. Boca ganó dos partidos al hilo por primera vez en cuatro meses, se mantuvo en zona de clasificación a la Copa Libertadores, se ubicó cuarto en la tabla del Clausura y, aunque todavía sigue mostrando debilidades, recuperó un poco de tranquilidad.
El tiempo dirá si esta levantada de Boca se debe a la calidad de los rivales o si realmente se está gestando algo nuevo capaz de sostenerse con el paso de las fechas. Boca no podía dejar puntos en el camino y, con Paredes como guía, cerró otra noche con alegría, optimismo y sensación de tranquilidad.
Venció a Banfield por 2-0, por la 6° fecha del Clausura, y sube posiciones en el Grupo A; Russo repitió el equipo por primera vez en este ciclo Fútbol
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