“Bienvenidos a mi pueblo”: una fundación ayuda a empezar de cero quienes buscan irse al interior

Tenía apenas 17 años cuando Jorgelina Aguirre dejó Maggiolo, un pequeño pueblo del sur santafesino, para estudiar veterinaria en Esperanza. Pero desde ese momento supo que algún día iba a volver. No solo por el amor a su lugar y a su gente —es hija y nieta de tamberos—, sino porque entendía que cuando los jóvenes se van a estudiar a la ciudad y no regresan el pueblo pierde algo clave: la posibilidad de tener profesionales, servicios y futuro.
Y volvió. Pero no se quedó solo con eso. Quiso hacer algo más. Ayudar a que otros también puedan regresar. Que médicos, técnicos, emprendedores volvieran a sus pueblos o eligieran vivir en ellos para empezar una nueva vida. Así, contó, fue como conoció a la Fundación Es Vicis, una organización que trabaja para que más personas se radiquen en pueblos pequeños y ayuden a frenar el despoblamiento del interior.
“Cuando vi la información sobre la fundación y su programa de arraigo, sentí que era justo lo que necesitábamos”, relató durante la charla “Fortalecer los pueblos es fortalecer al país” , organizada por la Fundación Es Vicis en el marco de la Exposición Rural de Palermo. Con el acompañamiento de esa fundación, lograron que dos médicos se mudaran a Maggiolo y empezaran a trabajar en el hospital del pueblo. “No fue solo traer gente. Hubo un trabajo previo de relevancia, selección y compromiso de ambas partes. Costó, pero lo logramos”, expresó.
La historia de Jorgelina es solo una entre muchas. Mercedes Manfroni, coordinadora del programa, explicó que la fundación, a través del programa “Bienvenidos a mi pueblo” , conecta a comunidades rurales con personas de ciudades que quieran empezar de nuevo en un pueblo. “Fortalecer a estos pueblos es también fortalecer al país, y es también trabajar en un desarrollo federal, que fue así como nació esta Argentina” , señaló.
Manfroni aseguró que es un error pensar que los jóvenes no quieren volver a sus pueblos. Al contrario: el problema no es la falta de deseo, sino de condiciones para hacerlo posible. Lo que se necesita, expresaron desde la fundación, son oportunidades concretas: acceso a servicios, conectividad, empleo y una red de apoyo que incentive el arraigo.
Esto se comprobó en un estudio realizado en más de seis localidades, donde se consultó a jóvenes de entre 18 y 24 años sobre sus expectativas de vida. “Les preguntamos dónde se imaginaban viviendo en los próximos cinco años, y más del 60% respondió que quiere vivir en su pueblo”, detalló Manfroni. “Muchos dijeron que les gustaría estudiar en una gran ciudad, pero volver después. Otros que preferían quedarse a trabajar directamente en su comunidad”.
El problema, insistió, no es la falta de voluntad, sino la falta de condiciones que hagan posible ese regreso. “Si no hay escuela, si no hay hospital, si no hay conectividad, es muy difícil que la gente se quede o quiera volver”, advirtió. Y enfatizó que, para que ese deseo se transforme en una decisión real, se necesita un compromiso colectivo: “Tenemos que acompañar a estos pueblos. Que los jóvenes quieran quedarse es una gran noticia, pero hay que darles la posibilidad de hacer”.
Agustín Romegialli, presidente comunal electo de Labordeboy, otro pueblo santafesino, coincidió: “Los chicos no se quieren ir. El problema son las oportunidades. Nadie quiere abandonar su lugar si puede trabajar y desarrollarse ahí”. Desde su gestión articuló con Es Vicis para identificar emprendedores locales, acompañar proyectos productivos y generar empleo sin esperar “la gran fábrica que nunca llega”.
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“Somos un pueblo de 999 habitantes, sin gas ni cloacas. Pero entendimos que si no creábamos oportunidades los jóvenes se iban a ir. Por eso apostamos a fortalecer lo que ya tenemos, a potenciar a nuestras propias familias y emprendedores” , sostuvo.
Uno de esos emprendedores es Benjamín Spadoni, quien volvió a Labordeboy hace dos años y medio desde Rosario. “Buscaba tranquilidad, algo que en la ciudad no podía tener. La conseguí en el pueblo, junto con una estabilidad económica e independencia antes de lo que uno espera”, contó. Se animó a instalar junto a su pareja el primer gimnasio del pueblo y hoy ambos viven de ese emprendimiento.
“El programa Bienvenidos a mi pueblo nos ayudó muchísimo. En su momento nos costó juntar plata para comprar máquinas y elementos nuevos, y gracias al premio económico pudimos equiparnos”, relató. En agosto incorporarán más equipos. “Para uno en la ciudad un gimnasio o clases de pilates son algo común, pero en una comunidad pequeña es dar acceso a servicios que antes no existían”, destacó.
Otra historia es la de Natasha Dubrowsky, diseñadora de videojuegos y también llegada a Labordeboy desde Rosario. “Después de ocho años como profesora de educación física, la cuarentena me hizo replantear todo. Decidí cambiar de carrera y empezar desde cero en desarrollo de videojuegos”, señaló. El cambio fue total: nueva profesión y nuevo lugar. Su mamá vivía en Labordeboy y decidió instalarse allí, aun sabiendo lo difícil que era conseguir trabajo en un pueblo.
Fue entonces cuando se le ocurrió fundar su propio estudio de videojuegos. “Al principio estaba sola, haciendo todo: el videojuego, el estudio, el contenido. Pero después de hablar con Mechi (Mercedes Manfroni), todo empezó a encaminarse” , relató. Gracias al apoyo del programa y un premio con remuneración económica pudo profesionalizar el proyecto. “Me ayudaron a enfocarme, a direccionarme. Me señalaban por dónde ir, con quién hablar, y eso fue clave”, dijo. Hoy su estudio ya tiene seis personas trabajando en el desarrollo de videojuegos.
Con el impulso de Es Vicis, diversos emprendimientos lograron hacerse realidad en distintas localidades Campo
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