Asif Kapadia, el director de un gran documental sobre Maradona que fue reconocido por la UBA y mira de reojo al futuro

Asif Kapadia llegó por segunda vez a la Argentina para recibir el título de doctor honoris causa por parte de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y acompañar una retrospectiva casi completa de su obra como realizador, uno de los espacios más destacados de la tercera edición del festival de cine (FIC. UBA) que organiza la casa de altos estudios hasta el miércoles 8.
La visita anterior de Kapadia coincidió con la presentación en Buenos Aires de su magnífico largometraje documental sobre Diego Maradona, con el que cerró una trilogía sobre figuras de gran popularidad cuyas vidas concluyeron trágicamente. Había dedicado los anteriores al piloto Ayrton Senna y a la cantante Amy Winehouse. Con este último obtuvo el Oscar al mejor largometraje documental en 2016.
“Me gusta mucho Buenos Aires, conocí a muchos amigos aquí y tuve una muy buena experiencia haciendo el documental sobre Maradona. Diego es muy importante para los argentinos y me enorgullece haber hecho una película que a todo el mundo parece encantarle y trata de ser muy honesta sobre su figura. Venir de Londres y recibir este título honorífico en Buenos Aires es muy especial. Me han recibido de la mejor manera“, le dijo Kapadia a LA NACION después de presentar en el complejo Cine Arte Cacodelphia uno de sus trabajos.
La gran novedad del regreso del realizador de origen indio nacido y formado en Londres a nuestro país, además de la distinción honorífica de la UBA que compartió junto a la actriz Graciela Borges y al diseñador Juan Gatti, es el estreno local de su último largometraje, 2073, cruce entre documental y ciencia ficción en el que recorre con mirada crítica, a modo de urgente advertencia, algunos de los temas que a su juicio colocan a nuestro planeta ante la perspectiva de un futuro sombrío y distópico.
Allí se habla, entre otras preocupaciones, del ascenso de gobiernos autoritarios en buena parte del mundo (empezando por Estados Unidos), las restricciones a la libertad de expresión, el cambio climático, los abusos de las corporaciones tecnológicas y la profundización de las diferencias sociales, todo bajo la mirada de una mujer (la actriz británica Samantha Morton) que observa esa realidad mientras recuerda con nostalgia el tiempo pasado.
La última proyección de 2073, con entrada libre y gratuita como todas las actividades del festival, se hará este lunes 6, a las 22, en la sala 3 del complejo Cinépolis Plaza Houssay. La retrospectiva incluye los documentales sobre Senna, Winehouse y Maradona, a los que se suma Federer: los últimos doce días (dedicado al ya retirado tenista suizo, disponible en Amazon Prime Video), varios cortos y otro estreno, Creature (2022), versión audiovisual del ballet del mismo nombre coreografiado por el británico Akram Khan. Muy pronto se estrenará su próximo documental, de regreso al mundo del deporte: está dedicado a una leyenda del fútbol escocés, Kenny Dalglish.
“Recuerdo que en Londres, cuando era estudiante de cine en el Royal College of Art –continuó Kapadia-, le dieron un premio honorífico a Martin Scorsese. Imagínese cómo me siento. Es una sensación muy especial sentirme reconocido no solo por haber hecho Diego Maradona, sino por un cuerpo de trabajo integral”.
-Podría decirse, a partir de un hecho como este, que el público espera que un cineasta, de alguna manera, le entregue una lección a partir de cada nuevo trabajo.
-Amo la educación. Me encanta estudiar. Si pudiera, seguiría siendo estudiante de algo. Pero también me tocó enseñar durante mucho tiempo. Y me toca hacerlo entre película y película. Mi documental sobre Amy Winehouse forma parte de los programas de estudio. Y también veo que 2073 está siendo estudiada desde muchos ángulos. Hacer un trabajo, aprender de la gente, hablar sobre el proceso creativo y devolver algo a las próximas generaciones. Eso es lo que me interesa.
-Usted es el primer artista de su familia.
-Así es. Mi familia no tenía nada que ver con el arte. Por eso me parece muy bueno poder mostrarle a la gente que cualquiera puede llegar a ser creador si se lo propone. Cuantos más tipos de personas estén dispuestos a crear, más interesante será el cine. Si todo el mundo viene del mismo entorno, es rico o privilegiado y vive como la reina, lo más probable es que solamente se hagan películas sobre la reina. Por eso me parece fundamental que personas de los entornos más diferentes tengan la oportunidad de hacer cine.
-¿Qué es lo primero que usted le dice a los estudiantes de cine?
-No copies a otra persona. Sigue siempre tu propio estilo.
A partir del Brexit
-Si cada película se viera como una lección, 2073 es una especie de tesis sobre el futuro de la humanidad.
-Esta película es muy diferente a todo lo que hice antes porque el mundo también es diferente. Empecé a trabajar en este proyecto hace cinco años y ya estaba preocupado por el futuro. Y en mi mente todo empezó 10 años atrás, cuando tuvimos el Brexit y en Inglaterra elegimos abandonar Europa. En ese momento veía que algo muy malo estaba sucediendo.
-¿A qué se refiere?
-Todos los políticos que veía por televisión estaban mintiendo y engañando a la gente para que votara por algo que significa directamente renunciar a tu libertad, volverte más pobre y perder tu trabajo. ¡Te estaban obligando a votar eso! Todo fue una mentira. Ni una sola cosa buena salió del Brexit. Empecé a pensar que en algún momento tenía que actuar y tratar de darle algún sentido a lo que estaba sucediendo. ¿Por qué los periodistas en Inglaterra no les decían en ese momento a los políticos que estaban mintiendo?
-Para usted, ¿2073 fue una manera de responder a esa pregunta?
-Antes pasó algo muy distópico: la pandemia. El Covid, el confinamiento, toda una sensación muy extraña. Ahí me decidí finalmente a hacer algo diferente. A mí me encantan el deporte y la música, hice películas sobre un futbolista, un corredor de autos, una cantante. Cuando estaba confinado en casa empecé a ver que ciertos periodistas, por fin, empezaban a hacer preguntas difíciles a los políticos. Decidí que la película iba a celebrar el trabajo de esos periodistas de todo el mundo, especialmente a las mujeres.
-Usted sitúa la película en un futuro distópico con imágenes que relatan las tragedias del presente que desde su punto de vista precipitarían ese destino tan oscuro para la humanidad.
-Creo que nadie hizo hasta ahora lo que me propuse, un documental distópico de ciencia ficción. Quería tocar varios temas desde esa mirada: la destrucción del clima, el colapso de la democracia, que nadie sepa dónde está la verdad. Todo eso está conectado. Sabía que en gran parte iba a ser un documental, pero no podía hacerlo solo como un documental. Ahí entra Samantha Morton, que aparece en la película como un personaje de ciencia ficción. No hay que olvidar que a partir del Covid el cine atravesó serios problemas en todo el mundo. ¿Sabe qué empezó a ver la gente?
-¿Qué cosa?
-Películas de terror. Es el género más exitoso. Por eso me propuse hacer una película de terror, pero basada en hechos reales. Una película de género pensada para un público que tenga ganas de entretenerse o asustarse y diga al salir: ¡Oh, esto fue solo una película! Pero habrá otras personas que seguramente verán allí mucha más realidad. Así que fue un experimento.
Anticipos cotidianos
-El personaje interpretado por Samantha Morton menciona desde el futuro un acontecimiento específico ocurrido en 2036 que precipitó el desastre definitivo, pero no dice cuál es. ¿Podría identificarlo?
-Lo que pasa en este mismo momento en el mundo es ese acontecimiento. Todos los días me encuentro con algún anticipo de ese evento que llegará dentro de unos años. Lo veo con mis propios ojos, pero resulta que mi cerebro no puede procesarlo porque mientras intento digerir lo que acaba de pasar mañana sucede algo nuevo y más tarde lo mismo. Todo el tiempo. Por ejemplo, cada decisión que tomó Donald Trump en los últimos cinco o diez años, es parte de ese evento.
-La película también nos recuerda que hubo un tiempo en que todo fue normal.
-Y le doy un ejemplo de cómo cambiaron las cosas. Es sencillamente increíble lo que está ocurriendo en mi país. Cada día arrestan a una persona nueva por sostener un pedazo de papel. Cuando empecé a hacer 2073 tenía imágenes de algo así solamente en Rusia, pero ahora mismo está pasando en Londres.
-Llama la atención que un día ocurra eso, como usted lo mencionó alguna vez, con los militantes de Just Stop Oil que dañan obras de arte en los museos para llamar la atención, y ahora también con el arresto del comediante Graham Lineham por una serie de mensajes que publicó en sus redes sociales sobre las personas transgénero.
-La pregunta que debemos hacer es por qué algo así está pasando en todas partes. Cuando empecé a entrevistar periodistas para mi película, todos dieron la misma explicación: la tecnología, los teléfonos inteligentes, los medios, Tik Tok. Alientan las peleas entre la gente, y cuantas más peleas hay, más tiempo la gente pasa en línea discutiendo y más dinero ganan los dueños de esos medios. La discusión constante es la moda. Antes, en los viejos tiempos, te sentabas en un bar, hablabas con alguien, podías estar en desacuerdo sobre algún tema, le dabas la mano y cada uno se iba a su casa. Hoy no sabemos si la persona con la que estamos discutiendo es real o no.
-Usted mismo tuvo que afrontar esa situación. El año pasado debió disculparse por compartir en las redes algunas publicaciones antisemitas. Y en ese momento usted anunció que cerraba su cuenta de X (ex Twitter) después de admitir que había hecho algo imprudente.
-Yo fui una de las primeras personas públicas que se expresó abiertamente en favor de los palestinos y fui bastante franco al respecto. Había gente que me estaba vigilando y usó literalmente algo parecido a un servicio secreto para hacerme quedar mal. Fue una decisión consciente: atacar a una persona de piel marrón, musulmán, de clase trabajadora. Yo fui acusado de racismo. Y parte de la industria cinematográfica se sintió muy cómoda con eso. Debo decir que esa parte del mundo en el que vivo y trabajo no me gusta para nada.
-¿Cuál es su principal preocupación respecto de la inteligencia artificial?
-Todo. No confío para nada en la inteligencia artificial. El año pasado la Universidad de Harvard se puso en contacto conmigo para contarme que había una lista de cineastas cuyo trabajo fue utilizado para el aprendizaje de esas máquinas. “Su nombre está en la lista, ¿dio su permiso?”, me preguntaron. Les dije por supuesto que no. Ya usaron todo mi trabajo para decirle a una máquina: “Haz una película sobre tal argumento al estilo de Asif Kapadia”. La próxima vez que haga una película, en vez de tenerlo a usted hablando conmigo, solo seré yo mismo entrevistándome. O habrá una inteligencia artificial entrevistando a alguien que hizo una película con inteligencia artificial. La conclusión es terrible.
-¿Cuál?
-La idea es deshacerse de usted y deshacerse de mí. Ese es el objetivo final: que no haya necesidad de gente como nosotros. Usted gasta dinero en café y a lo mejor llega tarde. La máquina no necesita un café o un sándwich. Y tampoco va a llegar tarde, claro. Hacia allí nos dirigimos.
-La primera pregunta es obvia. Quién controla a las máquinas.
-¿Usted confía en la gente que está a cargo de las máquinas? Yo no.
-Desde esta visión usted estaría más cerca de identificarse con la profecía de Skynet planteada por James Cameron en Terminator. Máquinas que se controlan a sí mismas y al mismo tiempo controlan a toda la humanidad.
-No creo que estemos lejos de eso. Hablo con muchos expertos sobre este tema. Uno de ellos, Christian Harris, que aparece en la película, dijo que cuando alguien trate de apagar la inteligencia artificial ella ya se habrá replicado y respaldado en otro lugar. La inteligencia artificial ya está creando sistemas para detenerse y evitar que algún humano quiera apagarla. Es literalmente 2001, Odisea del espacio.
-¿Usted cree, parafraseando a Thanos, el villano de Avengers: Endgame, que la inteligencia artificial es inevitable?
-Bueno, podríamos tratar de retrasar sus efectos. Todavía vale la pena el esfuerzo de cambiarla o mejorarla.
El realizador, que volvió a Buenos Aires para recibir un título honoris causa, habló con LA NACION de su último film, una sombría reflexión sobre la inteligencia artificial Cine
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