Aprender lo necesario para aportar valor rápido​

Hace unos días tuvimos una reunión junto al equipo de una cooperativa que me había convocado para trabajar un tema puntual de innovación con ellos. Acordamos el formato, hablamos un poco de la audiencia y de lo que buscaban que ocurra. Con esa información me puse a trabajar. Pero a las pocas horas, volvieron a escribirme para pedir una ampliación de la participación que implicaba un trabajo más hondo con los asistentes. Querían lograr que se fueran con propuestas concretas de mejora en sus roles o procesos. Fueron varios mails y audios de ida y vuelta para intentar ponernos de acuerdo. Algo no me convencía, no encontraba la forma de aportar valor a ese espacio, no terminaba de entender lo que me pedían. Como insistieron, no quedó otra que volver a reunirnos (algo que intento de evitar), sospechaba que ellas entendían y sabían algo que yo no. Y así era. Luego de conversar un buen rato, se me ocurrió hacer una pregunta que desbloqueó la situación: “¿Podés darme un ejemplo concreto?” Hasta ese momento estábamos en un plano un tanto abstracto en el que yo no entendía del tema, ni de la audiencia, ni de la diaria de esa industria, pero luego de esa pregunta las piezas empezaron a acomodarse.

El nuevo atlas de los trabajos que prevalecerán

En su libro Critical Knowledge Transfer, Dorothy Leonard, autora y profesora en la escuela de negocios de Harvard despliega las principales estrategias que podemos adoptar para ponernos en los pies de los expertos lo más rápido posible. Y si bien es verdad que lograr un amplio expertise en un tema puede llevar hasta siete años, existen métodos que pueden acelerar ese proceso. Uno de esos modos es el de aprender a extraer conocimiento utilizando dos preguntas poderosas: “¿Por qué?” y “¿Puede darme un ejemplo?” Según Leonard para poder ingresar rápido a ese ámbito desconocido debemos convertirnos en una combinación de ave de rapiña y esponja: con ojo de águila para las oportunidades de aprender y ávido de absorber. Los expertos saben lo que saben en un contexto al que solo se puede acceder si se escucha con la apertura y curiosidad que habilita las repreguntas necesarias hasta lograr un lenguaje que nos es entendible a ambos.

La experta también recomienda buscar mini experiencias, identificar oportunidades para experimentar de alguna manera limitada los entornos, situaciones o roles de quien ya es experto. “Tal vez no puedas ir a la escuela de medicina antes de convertirte en diseñador de máquinas de resonancia magnética, pero sí puedes pasar una semana en el consultorio de un médico”, ejemplifica la autora. Aprendí mucho de este intercambio. Acceder a una nueva reunión no fue una pérdida de tiempo, como suelo prejuzgar, sino que generó una oportunidad de conversación en la que las dos partes hicimos un gran esfuerzo de escucha que nos permitió ponernos en los zapatos del otro hasta lograr construir, juntos, una dinámica en común.

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