El hábito de cepillarse los dientes está profundamente instalado en la rutina diaria. Sin embargo, aunque se repite todos los días, muchas personas no conocen ciertos aspectos que podrían volver esta práctica mucho más efectiva. La técnica utilizada, el tipo de pasta, el momento elegido para el cepillado y hasta la frecuencia con la que se consume azúcar son factores que influyen directamente en la aparición de caries y en el desgaste del esmalte dental. Dentro de este panorama, una de las dudas más comunes gira en torno a si es mejor cepillarse antes o después del desayuno, una decisión que no debería tomarse a la ligera.

Diversas investigaciones coinciden en que una buena salud bucal no depende solo del cepillado, sino de múltiples factores, como los hábitos alimenticios, la producción de saliva y la presencia de bacterias al despertar. Durante la noche, la actividad salival disminuye y las bacterias se acumulan, lo que genera esa sensación de sequedad y mal aliento típica al levantarse. Este contexto biológico matutino es clave para entender por qué aún se debate si es mejor higienizar los dientes antes o después de la primera comida del día.

Cepillarse antes del desayuno

Quienes defienden el cepillado antes de desayunar señalan que esta práctica ayuda a eliminar la placa bacteriana acumulada durante la noche y a proteger los dientes con flúor antes del contacto con alimentos ácidos o azucarados. De este modo, se reduce el riesgo de que esos compuestos dañen el esmalte. Además, al remover las bacterias previamente, se evita que se alimenten de los azúcares ingeridos durante el desayuno, algo que disminuye la producción de ácidos que favorecen la aparición de caries.

Cepillarse después del desayuno

Por otro lado, hay quienes prefieren esperar a lavarse los dientes luego de desayunar para asegurarse de eliminar completamente los restos de comida. Desde un punto de vista mecánico, esta práctica puede resultar efectiva, pero requiere ciertos cuidados. Si se consumen alimentos ácidos, el esmalte dental queda momentáneamente más vulnerable. Según Mayo Clinic, “alimentos y bebidas ácidas como jugos cítricos, café y pan pueden debilitar temporalmente el esmalte dental. Cepillarse inmediatamente después de consumir estos productos puede causar un desgaste microscópico en el esmalte, aumentando el riesgo de caries y sensibilidad dental”. Por eso, se recomienda esperar entre 20 y 30 minutos antes del cepillado para proteger mejor la superficie dental.

Las recomendaciones de los expertos

En esta misma línea, una nota publicada en The New York Times por la periodista Hannah Seo abordó este tema y recogió la opinión de Apoena de Aguiar Ribeiro, dentista pediátrica y microbióloga de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. La especialista señaló que una de las ventajas de cepillarse antes del desayuno es que esta acción estimula la producción de saliva, considerada una de las principales defensas naturales de los dientes.

De todos modos, desde un enfoque más mecánico, la misma experta reconoció que cepillarse después del desayuno puede resultar más eficiente para remover los restos de alimentos, que también sirven de “alimento” para las bacterias presentes en la boca. Estos residuos, si no se eliminan, pueden favorecer la aparición de caries y enfermedades periodontales.

Ahora bien, si se opta por cepillarse después de desayunar, es fundamental considerar qué tipo de alimentos se consumieron. En especial si fueron ácidos, como jugos cítricos, frutas, café o algunos productos lácteos, ya que estos disminuyen temporalmente el pH bucal y vuelven al esmalte más poroso y vulnerable. “Si nos cepillamos los dientes inmediatamente después de ingerir alimentos ácidos, podría haber riesgo de desgaste del esmalte dental, produciendo una erosión o una abrasión a largo plazo”, advirtió de Aguiar Ribeiro. Aunque hacerlo una vez no implica un daño significativo, si se vuelve un hábito, podría afectar la estructura dental con el tiempo.

Por eso, en caso de elegir cepillarse luego de comer, la recomendación de los expertos es esperar al menos 30 minutos. Ese tiempo permite que la saliva recupere su pH natural y vuelva a ofrecer su efecto protector, minimizando así cualquier posible daño al esmalte.

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