Una casa en Pilar donde los materiales nobles, la luz natural y las texturas encuentran una versión de la armonía​

Encontrar el equilibrio entre el hacer y el sentir fue, para Sofía Díaz de Vivar, el punto de partida de un cambio profundo. Comunicadora de formación y apasionada desde siempre por los interiores, descubrió que su verdadera vocación estaba en transformar espacios. Así nació Belgika Home, su estudio de diseño y decoración donde hoy refleja su mirada sobre la vida, el confort y la estética.

Su casa en Pilar, donde vive junto a su marido, Torcuato, y sus hijos Teodelina y Silvestre, es el mejor ejemplo de esa filosofía. Allí, cada ambiente habla de armonía: una mezcla cuidada de materiales nobles, luz natural y texturas que invitan a bajar el ritmo.

Un refugio pensado para disfrutar

La mudanza a Pilar fue una decisión vital. Con la llegada de su primera hija, Sofía buscaba un entorno verde y tranquilo, donde el contacto con la naturaleza fuera parte del día a día. La casa original tenía un aire mediterráneo, pero con el tiempo fue ganando un tono más sofisticado y europeo.

El negro, presente en carpinterías y detalles, aporta contraste y estructura, mientras que la madera, el mármol, el hierro, el bronce y el vidrio se combinan como hilo conductor en todos los espacios.

En el living, el confort fue la prioridad absoluta. Dos modelos gemelos de gran tamaño marcan la impronta del espacio, acompañados por un tercero que equilibra la composición. Las mesas ratonas, en hierro con tapa de pergamino, pueden moverse fácilmente y aportan dinamismo al ambiente, que funciona como punto de encuentro familiar y escenario de largas charlas con amigos.

Los tonos tierra, las alfombras suaves, las velas aromáticas y los textiles naturales terminan de componer un espacio donde todo invita a quedarse.

Un comedor con carácter

El comedor sigue esa misma línea de calidez, pero suma una cuota de dramatismo y elegancia. Sofía apostó por una paleta donde el verde, el ocre y el negro conviven con naturalidad. Las sillas tapizadas en lino y las cabeceras de terciopelo verde seco aportan textura y presencia; las cortinas de gasa blanca con cantoneras en terciopelo color arena equilibran la escena con su ligereza.

“La mezcla de texturas es clave: lino, terciopelo, cuero, fibras naturales. Los textiles son innegociables para mí”

Sofía de Vivar

El antiguo vajillero de madera, hallado en un mercado de pulgas, se combina con lámparas de esterilla en forma de flor que añaden un toque artesanal y delicado. La mesa de comedor, de madera recuperada, se luce con un simple lustre que deja ver las huellas del tiempo.

Cocina: el corazón de la casa

La cocina fue diseñada con espíritu country pero mirada contemporánea. Los muebles laqueados en tono visón, los herrajes y griferías de bronce, y las mesadas de silestone blanco generan un equilibrio entre lo rústico y lo sofisticado. Los azulejos artesanales, inspirados en los que usaban las abuelas, aportan nostalgia y textura.

Sofía, amante de la vajilla, deja a la vista sus colecciones sobre estantes abiertos y en un vajillero patinado que protagoniza una de las paredes.

Las lámparas tipo ferroviarias, realizadas a medida en vidrio opal con barrales de bronce, completan la ambientación con un guiño vintage. Incluso el lavadero fue pensado con la misma atención al detalle: un empapelado colorido y mesadas de silestone verde rompen con el esquema del típico espacio utilitario y suman diseño.

Espacios infantiles con alma lúdica

Teodelina y Silvestre tienen cuartos pensados “en espejo”: diferentes, pero con una base común de materiales y espíritu. En el de Teodelina, Sofía combinó estampas de margaritas y rayas en tonos rosa, verde y mostaza. Los muebles de madera anclan la paleta y las estrellas de vinilo sobre la pared refuerzan la sensación de juego. El baño anexo replica la delicadeza del dormitorio, con mesada de mármol de Carrara y bacha de hormigón pastel diseñada por Sofía junto a Z Concret.

El cuarto de Silvestre mantiene el equilibrio entre calma y diversión. Los tonos grises, celestes y verdes, las cortinas de gasa teñidas en verde seco y los confetis vinílicos en las paredes crean un ambiente alegre y ordenado. Un gran mueble organizador permite mantener los juguetes a raya, mientras las texturas naturales –canastos de mimbre, alfombras y lámparas de fibras– aportan calidez.

Un playroom para vivirlo

Durante la pandemia, el playroom bajó de la planta alta a la baja y se volvió protagonista del día a día. “Se usa sin parar”, admite Sofía. Es el territorio de los chicos, pero también un espacio versátil para juegos, reuniones y pijamadas. Las cortinas blackout permiten oscurecer el ambiente cuando el sillón cama se convierte en cama extra.

El empapelado, diseñado por Sofía junto con Berry Design e inspirado en el arte oriental, dialoga con una alfombra didáctica de vinilo lavable que ya se transformó en best seller dentro de su marca.

El dormitorio principal

El espacio de descanso de Sofía y Torcuato respira serenidad. La paleta de celestes y beige, las cortinas de gasa de algodón de piso a techo y las piezas heredadas –las mesas de luz y la cómoda que fueron de su madre– componen un ambiente romántico y relajado.

Todo está pensado para transmitir placer visual y bienestar.

El baño en suite mantiene esa misma línea íntima: una cortina de encaje antiguo, una alfombra de Anthropologie y un mueble recuperado del mercado de pulgas suman historia y textura.

En cada rincón de esta casa se percibe la mirada sensible de Sofía: la búsqueda de belleza sin excesos, la conexión con lo natural y la idea de que el hogar debe ser un refugio, pero también una extensión de quien lo habita.

Agradecemos a OHLALÁ! su colaboración en esta nota.

​ Sofía Díaz de Vivar creó en Pilar un hogar para iniciar una nueva etapa: un espacio donde la calidez, la naturaleza y el diseño se funden en ambientes que transmiten serenidad, funcionalidad y belleza cotidiana  Revista Living 

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