Mellizos: los errores habituales que comenten los padres en la crianza y por qué los perjudica
Belén Robaina tenía 37 años y una carrera como periodista y social media manager cuando hace cuatro años se enteró de que estaba esperando dos hijas. El desafío que se les presentó a ella y a su marido, además de la crianza, fue favorecer, tanto en Rita como en Emilia, el desarrollo de la personalidad y de la individualidad de cada una. La flamante madre estaba muy atenta a cada una de las dos: “Inclusive desde la panza sabía dónde estaba alojada cada bebé, cada una tenía su nombre. Mis hijas son casi idénticas. Pienso qué difícil debe ser tener un hermano con la misma cara y el mismo sexo, compartiendo al mismo tiempo todo. Creo que es un peso muy grande para ellas”, reflexiona.
En sus cuatro años de crianza de mellizas considera que hay pequeños logros que se van conquistando día a día. “Trabajamos mucho en su individualidad, como no vestirlas igual. También tratamos de trabajar el uno a uno: el padre hace algo con una y la madre con la otra. Que no sean un bloque que vayan todo el tiempo de un lado para el otro siempre juntas. La clave está en los micromomentos uno a uno”, señala Belén que, asegura, nunca las vio como gemelas, sino como a dos hijas. Para ella es una anécdota que hayan nacido el mismo día.
Sin embargo, para el afuera reconoce que tiene que trabajar cosas chiquitas, como que en el jardín no les digan mellis sino que las llamen por sus nombres. “Hay que educar mucho al entorno. Por la calle todo el tiempo las paran y les dicen que son iguales. Eso es duro para ellas”, afirma. En su caso, como suele sucederles a los hermanos mellizos, ninguna de las dos tuvo alguna vez atención exclusiva porque siempre hubo otro y eso tiene consecuencias. “La competencia que hay por la atención de la madre, sobre todo, es tremenda y agobiante. Eso hay que trabajarlo para descomprimir los celos entre ellas y por mí”, confiesa Belén.
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El tener un hermano mellizo “es una experiencia íntima. Se ha sugerido que es la relación más estrecha posible que existe. Son las únicas personas que comparten tiempo y espacio desde la vida intrauterina. Comparten una experiencia corporal con un otro”, recalca Cintia Molina, licenciada en Terapia Ocupacional, doula y consultora internacional en Lactancia Materna (IBCLC).
Como dos gotas de agua
Al reto de compartir tiempo, espacio y mucho más, a algunos hermanos mellizos se les suma la semejanza física. Si bien es común diferenciar a los mellizos de los gemelos, Ricardo Corral, médico psiquiatra (M.N. 67653), docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), aclara que, “en realidad, en medicina se llama mellizos o gemelos indistintamente a los nacidos del mismo parto. En medicina se diferencian los que son mellizos univitelinos, de una monocigota, de los mellizos bivitelinos, de dos cigotas, es decir, dos huevos. Los primeros, los monocigotas, son idénticos. En cambio, los otros no y por eso son diferentes”, explica.
Cintia Molina aclara que los gemelos monocigóticos pueden ser más vulnerables a problemas de identidad, mientras que los gemelos cigóticos, especialmente aquellos de distinto sexo, son de por sí tratados con mayor individualidad. En ellos “hay mayor capacidad para desarrollar la identidad”, asegura.
Más allá de sus semejanzas o diferencias físicas, toda la vida de estos hermanos está signada por la presencia de un par, un hermano más cercano que cualquier otro que puedan tener. “El desarrollo de estos niños va a ser muy peculiar porque van a tener el mismo tiempo de crecimiento. En general, hay mayor conexión emocional y psicológica. También van a tener personalidades y habilidades diferentes e individuales. En la crianza es importante que los padres favorezcan esa independencia y esa individualidad y promuevan el vínculo entre hermanos”, destaca el psiquiatra. Todo aquello que pueda hacerse desde la casa, para que cada uno de los mellizos desarrolle su propia personalidad e individualidad va a asegurar un sano desarrollo.
Un estudio del American Journal of Psycotherapy sostiene que “si bien los mitos sociales popularizan la noción de que los gemelos son felices en su situación, en realidad existe una gran ambivalencia”. La investigación afirma que los trastornos psicológicos ocurren cuando los gemelos que funcionan como una unidad se separan en la edad adulta. Por eso, el trato personal es clave desde los primeros días.
Ya desde el embarazo de la madre es posible conectar con esos bebés que tendrán un largo camino para recorrer hacia su propia individualidad. Según Cintia Molina, la gestación “es una oportunidad para la observación detenida y detallada de cada bebé y esa danza de compañeros que se da en esas semanas”.
Delfina de Achával es psicóloga, con un doctorado en salud mental. Era mamá de Julia, que tenía tres años, cuando quedó embarazada de Antonia y Lorenzo. “Cuando estaban en la panza, ella estaba sentada y él, boca abajo. Durante muchos meses estuvieron así. Es el día de hoy que, cuando duermen, Antonia se pone del mismo lado en el que estaba en la panza, con la cabeza para arriba y Lorenzo busca todo el tiempo ir con la cabeza a la punta de la cama. Siempre se acuestan con la misma posición en la que estaban en la panza”, señala Delfina, sobre los mellizos que hoy tienen siete años.
“Muchos múltiples tienen necesidad de buscar el contacto, eso que quedó impregnado desde la vida intrauterina, esas memorias celulares”, explica Molina. La especialista detalla que, según investigaciones, a partir de la semana 18 de gestación, los bebés parecen pasar más tiempo interactuando entre sí. Y relaciona esta etapa con actitudes observables luego de la vida intrauterina. “Tiene que ver con ese patrón inconsciente que se ve cuando están durmiendo o cuando están en cercanía o lejanía y se terminan buscando”, señala. Molina considera, entonces, que el período de gestación es una oportunidad para descubrir cuál es el estilo de cada uno, a partir del movimiento.
El papel de la crianza
Una vez que los chicos empiezan a crecer se presenta el desafío de que en la escuela y en la vida social se preste el mismo cuidado que en la casa por mantener la individualidad de cada uno. “Pueden hacer diferentes amistades, tener un desempeño distinto, lo que va a requerir una manera especial e individualizada de atención. Lo mismo en el deporte. Ahí hay que tratar de ver las características individuales de cada uno”, añade Ricardo Corral. El especialista destaca, además, la importancia de que los chicos tengan la posibilidad de fomentar su independencia y su autonomía. Que haya cosas que puedan hacer juntos y cosas que puedan hacer separados. “Hay que favorecer eso en la casa, en la escuela, en el club o en cualquier otro ámbito. Siempre es importante, que tengan apoyo individualizado y personalizado”, sostiene el psiquiatra.
Para contribuir en la individualización de cada uno, Ricardo Corral recomienda que los chicos se involucren a la hora de vestirse y que elijan su propia ropa.
A esta medida se agregan otras. Por ejemplo, el hecho de ser nombrados por su nombre y no como “los mellis”. Además, “no se debe caer en comentarios que los igualen o los opongan todo el tiempo. Una generalidad es “los mellis tienen hambre”. Esto es etiquetarlos y nombrarlos como si fueran una unidad compacta”, observa Cintia Molina. Si bien está desaconsejado compararlos, se pueden hacer observaciones descriptivas de cada uno, valorando las diferencias.
Para ayudar a sus hijos a construir su propia identidad, De Achával está pendiente de detalles: “Cada uno en su cumpleaños siempre tuvo su torta. Hoy ya están más grandes y decidieron festejar sus cumpleaños por separado”, observa. “Es fácil caer en la tentación de tratarlos como una unidad. Eso es peligroso en la construcción de la identidad”, afirma. La mamá de Antonia y Lorenzo sugiere prestar atención a evitar las comparaciones.
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“A veces caemos en la comparación del neurodesarrollo de uno y otro. Yo estaba angustiada porque uno de ellos iba más rápido en su neurodesarrollo que el otro. Me parecía que le generaba una enorme frustración al que iba más atrás. Mi pediatra me dijo que por un lado resulta frustrante, pero, por otro lado, era su mejor estímulo. Me gustó eso de no caer en la cosa buena o mala, sino que cada condición tiene sus lados luminosos y sus lados difíciles”, reflexiona.
A la inversa de lo que sucede con otros hijos, que en general tienen que aprender a compartir desde chiquitos, los mellizos necesitan aprender a no hacerlo. “Ellos arrancan su vida compartiendo con otro su espacio físico y emocional, el amor de la madre, la atención, la mirada. Las madres múltiples hacemos un camino inverso para que cada uno pueda ir logrando sus lugares, con sus juguetes particulares, sus gustos”, finaliza de Achával.
El rol de la doula
En el libro “The Tender Gift: Breastfeeding”, de 1976, la antropóloga norteamericana Dana Raphael utilizó el término doula para referirse a las mujeres que ayudaban a las madres en el cuidado de los recién nacidos. Hoy las doulas están vigentes y resultan de gran ayuda, especialmente, en los embarazos de mellizos o más hijos. “Se refiere al acompañamiento emocional a otras mujeres durante el proceso de embarazo, parto y posparto. Es un espacio de escucha activa, de contención, de despejar dudas, de prepararse físicamente y emocionalmente para el momento. No es sólo para la mujer sino también para la pareja”, resume la doula Cintia Molina. Además, brinda información indispensable en esos días. “No es personal sanitario. No es matrona, partera, obstetra ni hace el trabajo de ellos. Es otra forma de acompañar a la mujer y también al compañero. Tampoco recomienda ni interviene ni juzga la decisión de cada mujer”, señala.
La importancia del acompañamiento
Un embarazo y nacimiento de dos hijos mellizos se vive de una manera distinta y el acompañamiento de una profesional puede descomprimir varias situaciones. “En esto de acompañar a parejas de dos bebés, lo que más se pone en jaque es el momento en que lloran los dos bebés a la vez, demandan los dos a la vez y la desesperación y necesidad de querer responder a ambos bebés de la misma manera y no poder”, destaca la doula Cintia Molina. La profesional destaca la importancia de trabajar en equipo en base a un mapa de las personas con las que se cuenta, teniendo en cuenta qué puede hacer cada una de ellas. “Desde el momento en que nacen, entrar en diálogo con cada uno de los bebés y decirles que hay una mamá para dos bebés. No sólo para transmitírselo a los bebés, sino para recordárnoslo nosotras y cuidarnos desde ahí”, recomienda Molina.
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