Ernesto no se siente vulnerable​

Hola, ¿cómo estás? Voy a empezar este correo con una noticia que te va a doler. Pero enseguida, te prometo, voy a contarte que hay muchísimas personas tratando de que esto que nos duele tanto no exista más.

En el último año, en la Argentina hubo 147 muertes de personas en situación de calle. Unas 50 de esas muertes se dieron durante el invierno, cuando las temperaturas eran muy bajas.

La información surge de un registro que hace un equipo de investigación con sede en la Facultad de Psicología de la UBA y algunas ONG.

Los fallecimientos se registraron en 21 de las 24 jurisdicciones del país. La Ciudad de Buenos Aires lidera la lista con 28 muertes. Le siguen la provincia de Buenos Aires, con 25, y las ciudades de Salta y Mendoza, con 13 cada una.

No es un registro exacto. Es un intento que hace este equipo de personas por visibilizar un drama. Para contabilizar los casos, se valen sobre todo de la cobertura periodística que los medios hacen sobre el tema.

Este es el dato doloroso del que te hablaba. Si querés conocer más en detalle el informe, podés leer la nota que escribió la periodista Lorena Oliva.

Lo que te voy a contar ahora no busca tapar ese drama o edulcorarlo. Pero es un ejemplo de que esta población, de las más vulnerables de todas, no siempre permanece invisible, sino que a veces genera una cadena de compromisos que nos puede hacer pensar que otra realidad es posible.

Él es Ernesto:

Ernesto tiene 58 años y hace poco más de un año se quedó sin nada después de entrar en una depresión tras la muerte de su mujer. Sin nada quiere decir que se quedó en la calle.

Pero no fue a parar a la calle, en el sentido literal. Los encargados de una playa de estacionamiento del barrio porteño de San Telmo le prestaron una pieza para que una vez que cierra y hasta que vuelve a abrir, a eso de las 8, pueda descansar ahí.

Además, un grupo de voluntarios de Amigos en el Camino, una ONG que asiste a personas en situación de calle, lo empezaron a ayudar con la comida.

Enresto, con esa primera red y después de tocar fondo, comenzó a encontrarle sentido a las cosas. Y volvió a trabajar: se anotó en Cabify, una aplicación de viajes y mensajería. Y empezó a hacer repartos cortos a pie.

Cuando los voluntarios de Amigos en el Camino se enteraron, pidieron en sus redes sociales si alguien podía donar una bicicleta. Y ese alguien apareció. Así es que Ernesto pudo hacer viajes más largos, ganar algo más de dinero.

Hace unos días, la periodista Jazmín Lell contó su historia en LA NACION. Y la cadena de apoyos siguió: una empresa nos contactó para ayudarlo con una bicicleta nueva y mucha gente se sumó para apoyar a los voluntarios de Amigos en el Camino para que puedan seguir haciendo sus recorridas nocturnas por CABA. Donaron plata, bicicletas y mochilas, como para que más personas como Ernesto tengan herramientas para salir de la emergencia.

Hoy, una semana después de que publicamos esa historia, Ernesto pudo juntar suficiente plata con los repartos como para alquilar una pieza. Se está rearmando. Se está volviendo a poner de pie. Y no está solo.

La vida de Ernesto ya no se siente tan vulnerable. A medida que alguien le fue tendiendo una mano, Ernesto se alejó de ser parte de esa cifra horrible con la que empezamos esta nota.

Eso es todo por hoy. Espero que esta historia te haya conmovido tanto como a mí.

Buen fin de semana.

Saludos, Javier

​ Hola, ¿cómo estás? Voy a empezar este correo con una noticia que te va a doler. Pero enseguida, te prometo, voy a contarte que hay muchísimas personas tratando de que esto que nos duele tanto no exista más. En el último año, en la Argentina hubo 147 muertes de personas en situación de calle. Unas 50 de esas muertes se dieron durante el invierno, cuando las temperaturas eran muy bajas.La información surge de un registro que hace un equipo de investigación con sede en la Facultad de Psicología de la UBA y algunas ONG. Los fallecimientos se registraron en 21 de las 24 jurisdicciones del país. La Ciudad de Buenos Aires lidera la lista con 28 muertes. Le siguen la provincia de Buenos Aires, con 25, y las ciudades de Salta y Mendoza, con 13 cada una.No es un registro exacto. Es un intento que hace este equipo de personas por visibilizar un drama. Para contabilizar los casos, se valen sobre todo de la cobertura periodística que los medios hacen sobre el tema.Este es el dato doloroso del que te hablaba. Si querés conocer más en detalle el informe, podés leer la nota que escribió la periodista Lorena Oliva.Lo que te voy a contar ahora no busca tapar ese drama o edulcorarlo. Pero es un ejemplo de que esta población, de las más vulnerables de todas, no siempre permanece invisible, sino que a veces genera una cadena de compromisos que nos puede hacer pensar que otra realidad es posible.Él es Ernesto: Ernesto tiene 58 años y hace poco más de un año se quedó sin nada después de entrar en una depresión tras la muerte de su mujer. Sin nada quiere decir que se quedó en la calle.Pero no fue a parar a la calle, en el sentido literal. Los encargados de una playa de estacionamiento del barrio porteño de San Telmo le prestaron una pieza para que una vez que cierra y hasta que vuelve a abrir, a eso de las 8, pueda descansar ahí. Además, un grupo de voluntarios de Amigos en el Camino, una ONG que asiste a personas en situación de calle, lo empezaron a ayudar con la comida.Enresto, con esa primera red y después de tocar fondo, comenzó a encontrarle sentido a las cosas. Y volvió a trabajar: se anotó en Cabify, una aplicación de viajes y mensajería. Y empezó a hacer repartos cortos a pie.Cuando los voluntarios de Amigos en el Camino se enteraron, pidieron en sus redes sociales si alguien podía donar una bicicleta. Y ese alguien apareció. Así es que Ernesto pudo hacer viajes más largos, ganar algo más de dinero.Hace unos días, la periodista Jazmín Lell contó su historia en LA NACION. Y la cadena de apoyos siguió: una empresa nos contactó para ayudarlo con una bicicleta nueva y mucha gente se sumó para apoyar a los voluntarios de Amigos en el Camino para que puedan seguir haciendo sus recorridas nocturnas por CABA. Donaron plata, bicicletas y mochilas, como para que más personas como Ernesto tengan herramientas para salir de la emergencia.Hoy, una semana después de que publicamos esa historia, Ernesto pudo juntar suficiente plata con los repartos como para alquilar una pieza. Se está rearmando. Se está volviendo a poner de pie. Y no está solo.La vida de Ernesto ya no se siente tan vulnerable. A medida que alguien le fue tendiendo una mano, Ernesto se alejó de ser parte de esa cifra horrible con la que empezamos esta nota. Eso es todo por hoy. Espero que esta historia te haya conmovido tanto como a mí. Buen fin de semana. Saludos, Javier  Comunidad 

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