A solas con un guardia en el Museo del Prado: la experiencia de ingresar dentro de las pinturas​

“El secreto es saber mirar”, dice Teo, el guardia, mientras nos guía en su última ronda por las salas del Museo del Prado para mostrarnos sus obras preferidas. Es un recorrido nocturno y privado por esos rincones que conoce tan bien. Luego invita a tomar una lupa, y descubrir algunos detalles inesperados.

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Nada de esa experiencia virtual inmersiva nos recuerda que estamos en el Pabellón Frers de La Rural, a 10.000 kilómetros de ese edificio del siglo XVIII y ubicado en el corazón de Madrid. Hasta que nos surge ese impulso tan incorporado de querer tomar el teléfono para registrarlo todo, y compartirlo casi de inmediato.

Los cascos que llevamos puestos, imprescindibles para recorrer la muestra Art Masters que abre mañana al público, sólo permitirán que detectemos si estamos a punto de chocar con alguien –a quien veremos como una silueta de escultura- o contra la pared. Transmiten también la sensación de estar recorriendo pasillos, abriendo puertas o subiendo y bajando por ascensores. Incluso es posible curiosear entre las pertenencias de Teo, cuando nos deja a solas por un rato en su oficina.

El resto es entrega total a su guía por una aventura de media hora, que permite cruzar como un portal hacia el interior de cinco pinturas de grandes maestros: Velázquez, Goya, El Bosco, Veronese, Rubens y Jan Brueghel el Viejo. Es decir, obras que ya no pueden salir del museo, por cuestiones de conservación y porque sus seguros serían de un valor incalculable.

Estos dos últimos autores colaboraron para crear La vista (1617), esa pintura que Teo propone mirar con lupa, que forma parte de una serie inspirada en los cinco sentidos. El guardia destaca, además, el hecho que esa obra haya sido creada por dos personas “con miradas tan distintas”: las figuras que apareces en primer plano, una Venus que observa un cuadro sostenido por Cupido, fueron pintadas por Rubens cuando Brueghel casi había casi concluido la obra. Están rodeados por una variada colección de pinturas, esculturas, bustos, tapices y orfebrería.

Si prestamos atención a lo que decían los textos que nos recibían en el pasillo de entrada, recordaremos que se trata de “un homenaje visual a la percepción”. “En la escena vemos instrumentos que amplifican el alcance de la vista, objetos que invitan a la contemplación y las recreaciones de veinticuatro pinturas –se anticipa al entrar- que representan figuras y escenas mitológicas unidas por un tema común: el amor por la belleza”.

“Me parece muy fuerte en términos didácticos: yo jamás supe que esos dos eran los reyes”, reconoció a LA NACION Daniel Grinbank, fundador de DG Entertainment, la productora que hizo posible que esta muestra llegara a la Argentina. Se refería a la pareja de Las Meninas de Velázquez que aparece reflejada en un espejo. Ocupa el lugar donde estamos parados al ver la obra, que se completa con nuestra presencia.

“Estamos en los comienzos de un desafío extraordinario. Hay mucho foco en las nuevas tecnologías por parte de las empresas generadoras de contenidos”, agrega este productor, que consiguió la licencia para América Latina de este proyecto desarrollado por Acciona Cultura en colaboración con el Museo del Prado. “Ni siquiera se vio en España todavía, sólo en Shanghai”, aclara. Y anticipa que planea traer otras muestras similares, para ver con los cascos que permiten la participación de casi un centenar de personas cada media hora.

La diferencia con las que trajo antes a este mismo pabellón de La Rural, aclara, es que la de Van Gogh era solo en dos dimensiones. La de Banksy sumó una experiencia de realidad virtual, pero era más corta, no era en 360° y el participante permanecía sentado. Esta tecnología, llamada “Realidad Virtual Inmersiva Multiusuario”, permite una experiencia más real, que sin embargo “no reemplaza la visita al museo”. En este caso la música –a cargo de un compositor francés- juega un rol clave para crear distintos climas.

Eso se vuelve evidente al llegar hasta El Aquelarre (1820 – 1823), una de las famosas Pinturas Negras que Francisco de Goya y Lucientes pintó sobre una pared de la planta baja de la casa de campo que habitó en las afueras de Madrid desde 1819, conocida como la Quinta del Sordo. En Art Masters, esas escenas sombrías parecen cobrar vida, en la forma de fantasmas que sobrevuelan sobre nosotros en medio de una tormenta.

No es mucho más alegre la tragedia representada por Paolo Veronese hacia 1580. Los protagonistas son Venus y Adonis: ella ya ha presentido la muerte que le espera a su amado durante la cacería que sucederá en unos instantes, e intenta proteger su sueño acompañada por Cupido. Su postura evoca a la de la Virgen que sostiene a Cristo en La Piedad de Miguel Ángel.

Hacia el final del recorrido –no apto para personas que sufran de vértigo- nos asomamos a un abismo para entender por qué El jardín de las delicias (1490-1500), es la obra preferida del guardia. No hacen falta muchas explicaciones: basta participar de una inquietante fiesta con los extraños personajes concebidos por El Bosco, en nuestro breve paso por el Paraíso y el Infierno.

Detrás de las elecciones de Teo se nota la mirada experta de Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado. Y la amplia experiencia de esta institución en iniciativas digitales, como las visitas virtuales gratuitas que permiten recorrer sus salas del museo y ver casi 90 obras en calidad gigapixel. Apenas una de las muchas puertas que nos asoman al futuro.

Para agendar:

Art Masters: Museo del Prado en Realidad Virtual. Desde mañana en el Pabellón Frers de La Rural (Av. Sta. Fe 4363). Entradas en laruralticket.com.ar.

​ La muestra “Art Masters”, que abre mañana en La Rural, ofrece un paseo virtual inmersivo; permite recorrer los universos concebidos por grandes maestros como Velázquez, Goya y Rubens  Cultura 

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