Ramiro Cerezo: las adicciones, su tarea social con Margarita Barrientos y la vigencia de Pier​

“Lo que más me gusta es tocar arriba de un escenario o grabar discos, esos son mis lugares”. Ramiro Cerezo -rocker, cofundador, vocalista y compositor de Pier- deja en claro que realizar entrevistas le genera cierta inquietud, a pesar de que lleva varias décadas de trabajo artístico público con la banda que creó junto a su hermano Agustín.

En 2024, Pier cumplió treinta años. La agrupación ya grabó más de diez álbumes de estudio, un par de DVD y jamás dejó de girar por todo el país. “Es una satisfacción enorme, cuando comenzamos no sabíamos que íbamos a llegar a tanto”, sostiene el músico, luego de pedir un café en un bar de ese barrio Palermo que es parte identitaria de su vida y de su arte.

Pero, como casi siempre propone la vida, todo tiene su faz contrapuesta. Acaso ese doblez que posibilita la construcción de un todo. En Ramiro Cerezo, la biopic también contempla una gran parte de su vida padeciendo la adicción a las drogas, un flagelo que combate día a día, con esfuerzo y determinación, no exento de recaídas, y un presente que lo ubica reconstruido, dando testimonio para quien desee escucharlo y participando de una tarea solidaria en Los Piletones, el comedor y espacio social creado por Margarita Barrientos en Villa Soldati, en el sur porteño.

Desde ya, su rol solidario no lo corre de ese mundo que construyó a pura vocación. “La música es parte de nuestra vida, es parte de nosotros, brota por la sangre”, dice el hombre de cabellera entre castaña y rojiza, exmarido de la periodista y legisladora Gisela Marziotta, la madre de sus hijos.

La tarde social

-¿Cómo nace en vos la tarea social?

-Ayudar me surgió de manera natural, era el deseo de trabajar en algo más allá de la música. Siempre tuve la inquietud de hacer algo por los demás, necesité devolverle a la gente todo lo que me dio a mí. Además, por ser una persona pública, y lo digo sin pedantería, accedo a determinados lugares que el “civil” no puede. Cuando me di cuenta que tenía esa posibilidad, me decidí a aprovecharlo para el bien de los demás, ya que vivimos en un país con muchas necesidades.

En más de una oportunidad, Pier organizó colectas a través de sus shows. El público de la banda ha sido convocado para donar alimentos no perecederos o ropa. Sin embargo, Ramiro Cerezo sentía la pulsión de dar un paso más. A través de un amigo economista y político, se contactó con Margarita Barrientos, la líder social que fundó un comedor -al que le fue anexando desde espacios educativos hasta centros de salud- en la barriada Los Piletones de Villa Soldati.

“Me abracé a Margarita porque hace un trabajo espectacular, es un privilegio poder ir hasta su lugar. Ella y su equipo no sólo le dan de comer a la gente, crearon un colegio primario y hasta una oficina de violencia de género”.

La tarea que desarrolla el artista tiene que ver con la asistencia en el comedor, pero, en un futuro próximo, su proyecto, y el deseo de la titular del espacio, es que pueda brindar charlas motivacionales contando su propia experiencia: “A Margarita y a mí nos interesa poder hablar sobre adicciones”.

-¿Por qué?

-Soy un adicto en recuperación, no me da vergüenza decirlo, todo lo contrario. Entonces, desde mi lugar, aunque no estoy en condiciones de bajar línea, puedo acercar profesionales o amigos que llevan mucho tiempo “limpios” y que pueden concientizar. La adicción es un tema que no está bien visto, hay que visibilizarlo más, estarle encima. Al adicto se lo menosprecia, se lo disminuye, es como que nunca está en condiciones. Para muchos es menos que los demás, pero no es así. Por eso, como me siento identificado con cada persona que es adicta, puedo decirles que logré hacer mi carrera, aunque con dificultades.

-¿A qué edad comenzó tu adicción a las drogas?

-Lo mío empezó a los 22 años.

-¿Cómo estás hoy?

-La sigo peleando.

-¿Cómo te ha afectado la adicción en tu tarea como artista?

-Es contrafáctico, pero considero que hubiera tenido una carrera mucho más prolífica si no hubiese sido consumidor, sobre todo, porque mi droga de preferencia es una droga dura como la cocaína. La droga es todo pérdida, soy consciente de eso, pero la enfermedad es muy fuerte. He tenido etapas en las que he estado “limpio”, en abstinencia, pero, recién ahora, puedo decir que estoy en la fase de recuperarme.

-Más allá de la propia voluntad, ¿quiénes te ayudan en este proceso de recuperación?

-Mi familia siempre me apoyó, mi hermano Agustín me bancó. No es fácil para él tener un socio con esta problemática, pero siempre le puso el hombro a la situación; también debo agradecerles a mis compañeros del grupo de recuperación.

-¿Cuándo tomaste la determinación de empezar un camino que te alejara del consumo?

-Me planteé hacer algo cuando nació mi primer hijo.

Ramiro Cerezo es padre de Rafael (14) y Alfonsina (10). “Cuando ellos nacieron, estaba bien. Me “limpiaba” por ellos, lo mismo cuando me casé con mi exmujer, una persona fundamental, ya que mis hijos son el fruto de mi vínculo con ella; le tengo un enorme respeto personal y profesional”.

El músico no duda al referirse a Gisela Marziotta como “la persona más importante que conocí en mi vida, me ayudó mucho. Jamás me olvidaré del día en que la conocí”. Y también enfatiza esa foto que le recuerda: “Cuando tuve por primera vez en mis brazos a Rafael y a Alfonsina, o el primer concierto de Pier”.

-¿Hablás sobre la adicción con tus hijos?

-Ellos saben que hago un tratamiento.

-Debido a la adicción, ¿has tenido que suspender algún concierto?

-Lo que me afectó fue sufrir ataques de pánico y pánico escénico.

-Posiblemente, algo que se puede vincular a la adicción…

-Aunque no parezca, y a pesar de que lo que hago desde hace treinta años, aún me genera nervios salir a tocar. Es adrenalina y nervios, pero, una vez que salgo, se me pasa todo. La música es sinónimo de libertad.

A pesar del padecimiento de los ataques de pánico, esta manifestación solo en una oportunidad lo llevó a abandonar un concierto a mitad de camino. “Lo tuvo que seguir mi hermano solo; le puso el pecho, algo que me hizo sentir muy mal”.

-Entiendo que, debido a la adicción, también habrás perdido mucho dinero.

-Perdés vínculos personales, trabajo, familia y gastás mucho dinero. Es una enfermedad de pérdida.

-¿Qué sucede cuando, como en este momento, estás en pleno camino de recuperación?

-Todo se concatena a favor. Te vinculás mejor con la familia, con tu ex, con los amigos. Con la adicción te vas quedando solo. Te autoflagelás y te encerrás en vos mismo; no querés estar con nadie y, por otra parte, espantás a la gente.

-¿Cuál considerás que fue el subsuelo más profundo al que llegaste?

-He padecido una pancreatitis, eso fue duro. Por otra parte, soy bipolar, eso me lleva a tomar medicación psiquiátrica desde hace muchos años. Ese cóctel de la medicación y la droga fue explosivo, me llevó a la pancreatitis. Mi familia y yo nos pegamos un susto grande.

-¿Cómo es el presente?

-Muchos creen que la persona bipolar no puede tener un laburo digno o seguir una carrera de manera regular.

-Es posible.

-Acá estamos, peleándola. En realidad, esa no es una buena definición.

-¿Por qué?

-Porque pelear contra una adicción es como pelear con Mike Tyson; la droga siempre te va a cagar a trompadas.

-¿Entonces?

-En un tratamiento, uno tiene que rendirse más que pelearse con la droga. Hoy mi camino es hacer caso, tomar conciencia y buscar recuperarme. Si uno se recupera por uno mismo, va a estar mejor para los demás, así que también lo hago por mis hijos, mi familia, la madre de mis hijos y mis amigos.

-¿Podrías afirmar que la adicción a la droga te costó el matrimonio?

-No. Teníamos diferencias y no nos llevábamos bien en la convivencia, fue una separación de común acuerdo y siempre hemos priorizado la educación y crianza de los chicos, que puedan ver que mamá y papá tienen una buena relación y que estamos los dos a merced de ellos. Priorizamos la felicidad de nuestros hijos. Lo que más me interesa es que se puedan realizar, que hagan lo que sientan, como me sucedió a mí; aunque me costó muchísimo ser el cantante de Pier y dedicarme a la música, pero no deja de ser una doble satisfacción. Si uno se propone algo con convicción, lo logra, no tiene precio. La banda es mi oficio, pero comenzó como mi vocación.

-¿Creés en Dios?

-Sí.

-¿Te aferrás a la fe para transitar el tratamiento?

-A veces me siento más cerca de Dios y otros no tanto. En realidad, Dios siempre está cerca, el que se aleja soy yo. Cuando renuevo la fe, siento que Dios me está protegiendo. Es más, me protegió un montón de veces. De lo contrario, no estaría acá conversando con vos.

Trayectos

“No sabíamos que íbamos a llegar a tanto. Soy un agradecido a Pier y, sobre todo, a mi hermano Agustín, fundador de la banda, quien me convocó para ser parte. Él es el bastión”. Agustín Cerezo se formó como guitarrista junto a Miguel Botafogo y, desde esa influencia, emergió el deseo de la independencia artística.

Ramiro es el hermano del medio de la familia Cerezo y, casi de manual, reconoce que “era el cantante de la ducha, se ve que Agustín me escuchaba bastante afinado y me convocó”. El intérprete reconoce su satisfacción por ser parte de un “movimiento socio cultural”, como define al rocanrol, “el género más importante habido y por haber de la música; nunca pierde vigencia”.

De padre metalúrgico, los hermanos Cerezo también colaboraron activamente en una empresa familiar de materiales para la construcción. “Cuando empezamos a girar con la banda de jueves a domingo, lo dejamos a gamba a mi viejo, pero tuvimos que decidir entre seguir trabajando con él o la música”.

Ese padre, fallecido hace dos años, impulsó la vocación de sus hijos. “Nuestros viejos nos apoyaron mucho, nos enseñaron la cultura del trabajo, eran de una ética impresionante”.

Algún tío de Temperley fue influencia decisiva para que se encienda la pasión por la música, pero también lo fue Agustín: “Mi hermano me hizo conocer a los Rolling Stones y U2 también me marcó muchísimo, me identifico mucho con Bono”.

-¿Por qué el nombre de Pier?

-Por un personaje que conocí en unas vacaciones, aunque hoy no tengo claro si lo vi, fue un duende o parte de mi imaginación. Fue jugando al poliladron, uno de los chicos se presentó con ese nombre, pero no podría decir si lo soñé o fue una realidad.

Aquello supuestamente aconteció cuando tenía 12 años y se encontraba con los suyos disfrutando del verano en Villa Gesell, por cierto, un balneario con espíritu de rock.

Pier debutó en un reducto de Anchorena y Mansilla, en un pequeño festival. Impulsados por ese evento, Ramiro y Agustín debieron bautizar “de apuro” a su agrupación. “Se me ocurrió que podía ser un buen nombre y a mi hermano le pareció bien”. Para entonces, Ramiro tenía 18 años y no había concluido el colegio secundario.

-¿Cuándo se sintieron profesionales?

-Desde siempre, éramos una banda que ensayábamos todos los días, nos tomamos nuestro trabajo con seriedad, no preocupamos por la puesta en escena. Aún hoy le damos mucha bola al ensayo y buscamos que la gente se vaya contenta de los shows. Nuestro público es muy especial, apasionado, y muchas de nuestras canciones hasta se cantan en las canchas de fútbol, un logro muy importante, nos posiciona como banda de rock popular. Eso es lo que somos y estamos muy orgullosos.

Reconoce que no son pocos los equipos de fútbol que utilizan los temas de la banda de manera motivacional, “también lo hacen Las Leonas y la Selección Nacional”, sostiene y remarca que “los equipos suelen apelar a ‘La ilusión que me condena’”.

Su corazón está puesto en River Plate, la casaca que hasta lo hizo soñar con un futuro como deportista. “Somos muy fanáticos, para mí era el fútbol o la música, pero prioricé ser artista”.

-¿Qué hecho de los comienzos te marcó o te confirmó un rumbo?

-Entendí que algo estaba pasando cuando, estando sentado en una heladería de Caballito, escuché que pasaban en radio “Sacrificio y rock and roll”.

El mecenas

Pier tocó mucho en Cemento. “Omar Chabán fue una persona que nos ayudó mucho”, reconoce Cerezo, recordando al empresario, ya fallecido, que también manejaba República Cromañón cuando aconteció el incendio en el inicio de un concierto de Callejeros que se cobró la vida de 194 personas.

-¿Cómo era tocar en Cemento?

-Muy especial, recuerdo esos recitales con mucha alegría, eran shows épicos. Cemento tenía un sabor especial, esas paredes respiraban rock and roll.

-Tocar en Cemento significaba “llegar”.

-Luego vino Obras, pero Cemento te posicionaba en un lugar del under muy particular. Era un lugar netamente artístico, abría todos los días. Un miércoles, Omar (Chabán) me invitó a ver una banda que le gustaba mucho y estaba comenzando, era Miranda!

-Indudablemente, Omar Chabán hizo mucho por la música y la cultura. A partir de lo que sucedió con Cromañón, ¿se modificó tu imagen de él? ¿Continuaron en contacto?

-Lo de Cromañón fue una desgracia que dejó marcada a la música, me abrazo a las víctimas y mis condolencias a todos sus familiares. Hubo una multiplicidad de factores que provocaron lo que pasó. Evidentemente, Cromañón no estaba preparado, pero había un montón de lugares que tampoco lo estaban para eventos de tal magnitud. Con Pier hemos tocado en sótanos sin salida de emergencia. Luego de lo sucedido en Cromañón se comenzaron a tomar recaudos, no sólo para que la gente estuviera más segura, sino también los músicos, a los que siempre se menospreció. Con el tiempo, el músico comenzó a ocupar el lugar que se merece, porque la música es fundamental para una sociedad. Sin música y sin arte, una sociedad no tiene identidad.

Pier es una banda que no ha dejado de girar por todo el país y en otras plazas como la uruguaya. Forma parte habitual de festivales como Cosquín Rock, Quilmes Rock, Rock en Baradero Rock, y con “himnos” como “Sacrificio y rock and roll” ha pisado espacios emblemáticos como el Luna Park. Además, algunos de sus hits fueron leitmotiv de diversas publicidades, lo cual habla de la injerencia de sus composiciones a nivel masivo.

El próximo 8 de agosto, la banda se presentará en Vorterix, el reducto de Colegiales que funciona en el edificio del excine Argos.

Antes de finalizar la charla con LA NACION, se acerca Sofía Jacobo, hija del artista plástico que lleva adelante el proyecto The ArtM.Jacobs Experience, una propuesta sumamente poética y de notable belleza visual y simbólica que cruza la pintura con la música, dedicando cada obra a un artista y un tema musical diverso.

Ramiro Cerezo se emociona ante esa pintura de texturas sumamente originales que la joven le entrega y que pasa a formar parte de ese acervo de notable valor pictórico.

Pier hoy edita con Pirca Discos y, más allá de la actividad de la banda, Ramiro Cerezo se encuentra trabajando en su disco solista. “Me animé luego de treinta años, pero la prioridad la tiene Pier”.

-Más allá del tiempo que te insume tu trabajo artístico, ¿ofrecés charlas vinculadas al flagelo de la droga?

-He dado clases motivacionales en la cárcel.

-¿Hablás del tema en tus visitas semanales a Los Piletones?

-A Los Piletones voy los jueves y me pongo a disposición. Estoy en la parte de la cocina, ayudo a poner la mesa, reparto el pan, pero, además, como Margarita (Barrientos) está muy preocupada por el tema drogas, me pidió que le acercase gente para dar charlas, concientizar y visualizar esta enfermedad que es un flagelo. En ese camino estoy.

-Se te ve muy bien, creativo.

-La droga es un lugar de oscuridad y yo no me siento una persona oscura. Cuando me vinculo con la droga, pierdo luminosidad y no me hace disfrutar de todo lo lindo que tengo para vivir. La vida es una sola y hay que darle valor. Cuando uno está en la sintonía de la droga no le importa nada, se pierde el sano juicio. No se está en condiciones de decidir nada y no te das cuenta ni de lo que hacés ni de lo que dañás. Estando bien soy mucho más prolífico.

Pier en vivo. Viernes 8 de agosto a las 21, en el Teatro Vorterix,Federico Lacroze 3455

​ En una extensa charla con LA NACION, el músico también se refirió a su vínculo con Gisela Marziotta, su exesposa y madre de sus hijos, y al padecimiento de la bipolaridad y los ataques de pánico  Personajes 

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