Qué le falta a la Argentina para producir 100 millones de toneladas de maíz

Desde hace casi diez años, la producción de maíz en la Argentina está estancada en alrededor de 50 millones de toneladas, aunque podríamos duplicarla: la cadena tiene el objetivo que denominamos 10×10, y es perfectamente alcanzable: sembrar 10 millones de hectáreas y lograr 10 toneladas en cada una, lo que nos llevaría a producir 100 millones de toneladas de maíz. ¿Por qué no lo logramos? ¿Qué nos falta?
Hace alrededor de tres décadas, la Argentina picó en punta en materia de producción agropecuaria: conjugando biotecnología, siembra directa y expansión de la frontera agrícola, llevó adelante una revolución que la hizo más que triplicar la producción total de granos, al pasar de 40 a 130 millones, y con un gran potencial de crecimiento tanto cuantitativo como en agregado de valor. Pero el Estado no vio al sector agropecuario como un socio estratégico, capaz de generar un desarrollo agroindustrial federal, localizado en las zonas de producción: lo vio como un lugar de donde obtener recursos fácilmente, incluso al punto de atentar contra su viabilidad.
Así, llegamos a un estancamiento productivo, mientras que Brasil, que también había arrancado la década de los años noventa con un proceso hiperinflacionario, pasó de producir 55 millones de toneladas a más de 320 millones, y de importar alimentos a ser el principal exportador mundial. Con buenas políticas agropecuarias y fiscales, en los últimos 30 años Brasil aumentó su PBI por 257%, Paraguay 252% y Uruguay por 324%. Con malas políticas, el PBI de la Argentina apenas creció 56% en ese lapso.
Hoy tenemos costos más altos, suelos menos fértiles, una infraestructura logística deficiente, alta presión impositiva, y un parque de maquinaria agrícola envejecido e insuficiente. Esto nos quita una competitividad crucial en un mundo que tiene mayor proteccionismo, menor tracción de China, menor aumento demográfico y menores precios de los commodities.
Nuestro sector no ha logrado generar los consensos necesarios para lograr políticas favorables. Brasil, en cambio, creó el Instituto Pensar Agro (IPA), que asesora y coordina al bloque parlamentario agropecuario, que representa más del 60% de ambas cámaras legislativas. Los resultados están a la vista.
Por eso, Maizar decidió integrar el Comité Agrobioindustrial (ABI), junto a otras nueve instituciones y el liderazgo de la Fundación Barbechando, para tener un puente directo con el Congreso Nacional. Nuestro compromiso con las políticas públicas se materializa a través del Espacio Legislativo Interpartidario del Agro (ELIA), una iniciativa que nuclea a legisladores de 18 provincias, garantizando una amplia representación federal.
Procesamiento
En el caso específico de nuestra cadena, el 70% del maíz se exporta como grano, mientras que sólo el 30% se procesa internamente. Desde Maizar estamos trabajando en distintas iniciativas para mostrar el enorme desarrollo que podríamos generar en la Argentina si se promoviera la industrialización del maíz en las zonas productivas. Hoy, no es viable producirlo a más de 500 kilómetros del puerto, por el alto costo de los fletes para trasladarlo. Aquí nuevamente aparece Brasil como modelo a seguir: produce maíz a 2000 kilómetros del puerto, en Mato Grosso, gracias a que desarrolló allí uno de sus principales polos de procesamiento de este cereal del país.
Necesitamos consensos. Por ejemplo, para llegar a una ley de biocombustibles que haga crecer la producción de maíz agregándole valor, es necesario que se pongan de acuerdo todos los sectores involucrados, como también expresó el presidente de YPF, Horacio Marín, en el Congreso Maizar 2025. Estado, petroleras, automotrices y agroindustria deben sentarse a la misma mesa a trabajar en una ley que beneficie a todos; si no, no se llegará a nada, o lo que salga tendrá patas cortas. Necesitamos a todas luces acuerdos firmes, que trasciendan administraciones y presiones particulares y nos permitan alcanzar metas de largo plazo.
Si bien los biocombustibles aparecen como el principal rubro para crecer en procesamiento local del maíz, también hay muchas otras oportunidades, como crecer en la producción de proteína animal (que es el primer destino del maíz), así como en insumos para la industria alimentaria, papelera, textil, de alimentos para mascotas y otras.
En nuestro reciente Congreso, que justamente llevó el lema “Por más valor”, pudimos ver algunos casos de empresas que desarrollaron polos productivos locales a su alrededor. También el sorgo tiene un gran campo para crecer en valor agregado en el país, particularmente en alimentos sin TACC, y hay varias iniciativas particulares trabajando en ello.
El sector agropecuario está listo para protagonizar el despegue que el país necesita. Iniciativa y resiliencia nunca le faltaron, solo necesita un ambiente favorable. Está claro que el camino no es sin la política, ni contra la política, sino con la política. No podemos dejar pasar otra oportunidad.
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El autor es presidente de Maizar
Para duplicar el volumen de cosecha, se requieren consensos políticos y económicos de largo plazo como lo hicieron los países vecinos Campo
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