La “casta” hace los deberes que necesita Milei

El Senado de la Legislatura bonaerense aprobó una ley para eliminar la limitación que impide a los legisladores hacerse reelegir más de una vez. Más allá de la sensatez de los argumentos técnicos, hay que prestar atención al significado político de esta decisión: en su vocación de eternidad, la “casta” hace los deberes que Javier Milei necesita que haga. Para entender la votación hay que desenmascarar algunos comportamientos cargados de cinismo y, sobre todo, entender el juego de poder que está librando la dirigencia de la provincia mientras camina hacia los comicios convocados por Axel Kicillof para el 7 de septiembre.
Alrededor de la reelección de diputados y senadores hay una discusión teórica. El que mejor la planteó, en defensa de que no haya limitaciones, fue el senador Marcelo Daletto, quien milita en las filas de Emilio Monzó. Este vecino de Chacabuco explicó que es razonable garantizar la alternancia en cargos ejecutivos. Pero no cuando se trata de organismos que elaboran leyes y controlan, como la Legislatura. Daletto alegó que en la experiencia internacional la reelección de parlamentarios está permitida y que, inclusive, merece ser alentada porque asegura la experiencia de quienes deben crear las normas.
Para adherir a las razones de Daletto hay que olvidar varios detalles. Uno muy relevante es que en casi todos los sistemas qué él citó la elección es uninominal, es decir, el candidato a la reelección debe reclamar el voto poniendo la cara, con nombre y apellido. En la provincia de Buenos Aires ese mismo dirigente participa de una lista, muchas veces escondido, a la que fue incorporado por el dedo de un caudillo partidario. Esa cultura es la que permite hablar de “casta”.
Otra peculiaridad que debe recordarse es que los senadores que eliminaron el límite para permanecer en el poder pertenecen a una Legislatura que pide a gritos una renovación. O al menos, si no es mucho pedir, una mueca de renovación. Es el opaco parlamento bonaerense que en las últimas décadas produjo una única noticia: las fechorías de Julio Rigau, “Chocolate”, quien administraba 48 tarjetas de débito para extraer en los cajeros automáticos del centro de La Plata los retornos que diputados y senadores cobraban a sus empleados a cambio de que reciban las paupérrimas prestaciones de IOMA. “Cobraban” es una licencia poética: apenas se controle un poco lo que sucede en la Legislatura se advertirá que los “chocolates” pasan, pero las trapisondas perduran.
Sobre este telón de fondo, resultó más burlona todavía la retórica de ese gran comediante, Carlos Kikuchi, cuando explicó que, al aprobar la reelección indefinida, los senadores que votaban a favor se estaban mirando en el espejo de Winston Churchill. Kikuchi, junto a su colega Sergio Vargas, llegó a la Legislatura en las listas libertarias de Milei, quien caracterizaba a los legisladores como “ratas”, pero esta vez votó con el kirchnerismo. Antes de asumir su banca cambió de lealtades, abandonó al Presidente, y pasó a militar en una sospechosa LLA blue. Como hacía Churchill.
La votación por las reelecciones quedó empatada en 22 contra 22. Verónica Magario, la vicegobernadora, inclinó la balanza a favor de la ley. Los alineamientos fueron sinuosos. El Pro, la UCR y el GEN de Margarita Stolbizer, La Libertad Avanza (LLA) oficial y Joaquín De la Torre votaron en contra de la iniciativa. Dos senadores del sector peronista también se opusieron. Federico Fagioli, que pertenece al Frente Patria Grande de Juan Grabois, y Soledad Vanelli, del Frente Renovador que sigue a Sergio Massa.
Entusiasmada por la conducta de Vanelli, Malena Galmarini agitó la bandera de la renovación política: “Atornillados a sus sillas, discuten sobre lo que les importa y cada tanto miran por la cerradura a ver si llueve del lado de afuera” condenó, con una imagen meteorológica muy adecuada al comienzo del invierno. Sin embargo, tanta pasión merece ser matizada. Vanelli votó en contra pero dio quorum, habilitando así a que se vote la ley. Es la misma Vanelli que, solitaria, votó a favor de la continuidad del fiscal Claudio Scapolan, cuando se decidió su destitución. Scapolan fue removido de su cargo por un jury debido a que la Justicia encontró pruebas de que integraba una banda que, con varios policías bonaerenses, traficaban drogas en el conurbano. Entre los defensores de esos acusados estaba Marcelo D’Angelo, abogado que formó parte del equipo de Cristian Ritondo en el Ministerio de Seguridad de la provincia, durante la gestión de María Eugenia Vidal. Hoy Ritondo, el entrañable “Pucho”, negocia con LLA la integración de las listas que van a purificar a la Legislatura de la insoportable “casta”. A propósito de “Pucho”: ayer la Corte resolvió todas las recusaciones pendientes, con lo cual ya quedó conformado el equipo de jueces que debe resolver la multimillonaria situación fiscal de Pablo Otero, el “Señor del Tabaco”, dueño de Tabacalera Sarandí. Son Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y los conjueces Mariano Llorens, Patricia Moltini y Mario Boldú.
Vanelli, que repudia las reelecciones pero defiende a Scapolan, se ufanó de estar a favor de la ley vigente, que fue propuesta por su compañero del Frente Renovador Rubén Eslaiman. El “Turco” Eslaiman siempre fue señalado como jefe de los Albini, Claudio y Facundo, hoy en prisión domiciliaria por sus responsabilidades en las manualidades de “Chocolate” Rigau en los cajeros automáticos. Un paisaje poco edificante que Galmarini podría contemplar con solo acercarse al ojo de la cerradura.
Más allá de los detalles, Vanelli permitió a Massa exhibir un acto de coherencia: él siempre estuvo en contra de las reelecciones indefinidas. Sin embargo, quienes saben que su astucia es ilimitada, sospechan que fue él quien indujo a que facilite el quorum María Mandagarán, del GEN. En la misma actitud estuvieron María Emilia Subiza y Marcelo Leguizamón, del PRO. Todos alegan que ayudaron a que se abra la sesión interesados en otros temas del orden del día.
Frente al empate, debió definir Magario. Al votar a favor de la reelección indefinida de los diputados y senadores entró en una contradicción con su socio Kicillof: él había prometido que sólo se quitaría la limitación para los legisladores si al mismo tiempo se beneficiaba a los intendentes, que tampoco pueden gobernar más de dos períodos consecutivos. Es en este punto donde la polémica de las reelecciones se entrelaza con la disputa electoral para septiembre.
La ley que se aprobó en el Senado fue impulsada por dos miembros de esa Cámara: Luis Vivona, autor del texto, y Gustavo Soos. Ambos sueñan con ser reelectos. Están apurados: deberían postularse el 19 de julio, que es cuando vence la presentación de listas. Vivona depende del intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini. Soos, del de Merlo, Gustavo Menéndez. Nardini y Menéndez soñaron con terminar con dos “barones del Conurbano”, Raúl Otacehé y Jesús Cariglino. Ahora ellos asumieron la baronía. No pensaban distinto que sus antecesores: querían los mismo.
Kicillof necesita que también los intendentes puedan eternizarse. Carente de recursos, es algo que puede ofrecer a cambio de la lealtad de esos caudillejos en la guerra contra Cristina Kirchner. Sin embargo, la expresidenta y su hijo Máximo se niegan a aceptar la relección indefinida de los jefes municipales. No lo hacen por una repentina pasión republicana. Al parecer, se los aconsejó Massa: “Primero que jueguen con nosotros en la interna; después les pagamos con la reelección”, habría sido la receta. Primero una zapatilla, después la otra: como en los comicios. “Massa tiene séptima velocidad, para el bien y para el mal”, diagnostica alguien que lo conoce y aprecia. Lo relevante: en la reglamentación electoral se está jugando, cifrada, la interna peronista.
Así como Massa, a través de Vanelli, planteó una disidencia, Grabois hizo lo mismo, representado por Federico Fagioli. A diferencia de Vanelli, Fagioli no dio quórum. Se ausentó. No debe sorprender: Grabois y su frente apuestan a una nitidez que les permita capturar a un electorado kirchnerista que está amenazado por la vacancia de Cristina Kirchner. Quienes conocen bien la trama de las organizaciones sociales interpretan que el documento emitido por la Conferencia Episcopal, denunciando que el drama del consumo de drogas está potenciado por la retirada del Estado, esconde un reproche por el recorte de subsidios al movimiento de Grabois y al “Evita” de Emilio Pérsico. Fue hasta ahora la queja más contundente ante el ajuste fiscal que lleva adelante Javier Milei.
No hace falta aclarar que la expansión de la droga es muy anterior a la llegada del actual gobierno nacional. Y que tiene muchos más motivos que el recorte de partidas. Entre ellos está la corrupción policial y judicial. Sin ir más lejos: en estos días el Consejo de la Magistratura debe resolver la situación del juez de Rosario Marcelo Bailaque, acusado de numerosas irregularidades, entre otras la connivencia con el poderoso narco rosarino Esteban Alvarado, cuyas redes de tráfico penetrarían en el Gran Buenos Aires. Curiosidades de estas tramas: Bailaque es defendido en el Consejo de la Magistratura por el abogado Mario Laporta. Y va a ser juzgado en un jury integrado, entre otros, por la diputada Agustina Propato. Es la esposa del senador Sergio Berni, quien es defendido por el mismo Laporta en la causa por la muerte del fiscal Alberto Nisman. ¿Se puede suponer que Berni, sucesor de Ritondo en el Ministerio de Seguridad, también está rozado por los narcos? Es muy probable que no. Tal vez Bailaque y Berni, antiguos comprovincianos de Santa Cruz, hayan recurrido en busca de un defensor a Nicolás Fernández, ex senador por esa provincia con bastante influencia en Tribunales.
Mientras en el Senado se aprobó la ley que permite la reelección indefinida de los legisladores, nadie sabe qué sucederá con esa iniciativa en Diputados. La premura es un problema: las listas cierran el próximo 19. Hay 22 legisladores que ya consumieron dos mandatos y quieren acelerar el tratamiento. Los que conocen la rutina de la Legislatura creen que esos 22 repúblicos van a perder el tren.
Mientras tanto, en cada sector se juega el ajedrez del armado de las listas. El peronismo realizará la semana próxima una reunión en su sede nacional de la calle Matheu para que los representantes de todos los partidos de Unión por la Patria fijen los criterios de la oferta electoral. El primero de ellos, decidir en un mismo proceso las candidaturas provinciales y nacionales, aunque compitan en fechas diferentes. La liturgia debe despejar la gran incógnita: quién reemplazará a Cristina Kirchner al frente de la lista de la tercera sección electoral. En el entorno de la expresidenta apoyan a Máximo Kirchner. ¿Kicillof y su grupo lo aceptarían? ¿Qué harían los intendentes que acompañan al gobernador, como Jorge Ferraresi, Juan José Mussi o Mario Secco? ¿Se replegarían sobre sus municipios limitándose a armar listas de concejales? La respuesta que dan a estos interrogantes en el Instituto Patria es previsible: “¿Además de proscribir a Cristina también van a proscribir a su hijo? ¿Proscripción sin fallo?”.
El antropólogo Pablo Semán observó ayer que “resulta sorprendente que a la acusación de conformar una casta se responda atacando con una estrategia dinástica. Después intentan explicarse las derrotas”. Pero el kirchnerismo es indiferente a la acusación de estar formando una oligarquía.
Los libertarios, que son quienes formula la acusación, no. Por eso confían el desmantelamiento de la “casta” a las negociaciones de “Pucho” Ritondo y el “Colo” Santilli con Sebastián Pareja y los Menem, Martín y “Lule”. Hasta ahora las conversaciones no tuvieron demasiado éxito. “Pucho” y “Colo” no están tan interesados en las listas como en incorporarse al gabinete como ministros o jefes de agencias del estilo de la SIDE. Los observa Mauricio Macri, a la espera de que obtengan algo “digno”. Es la palabra que usa el expresidente. Algo digno para Pro, no para ellos, claro. Macri está siendo tentado por dirigentes como Emilio Monzó para armar una oferta independiente en la provincia. Jorge Macri defiende esa estrategia, que hace juego con armar una lista propia de legisladores nacionales para octubre. ¿María Eugenia Vidal sería la candidata a senadora? La relación entre los primos no pasa por el mejor momento. Mauricio piensa intervenir todavía más en la gestión porteña. Acaso uno de estos días convoquen a Edgardo Cenzón desde su paraíso uruguayo y lo traigan de nuevo a Buenos Aires para ejercer, como hizo siempre, el “gobierno invisible”. La “casta” sigue haciendo los deberes que Milei necesita que haga.
El opaco parlamento bonaerense que aprobó la reelección indefinida de los propios legisladores produjo en las últimas décadas una única noticia: las fechorías de Julio Rigau, “Chocolate” Política
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