Katie Boulter, la tenista británica que alzó la voz contra el acoso que sufre en redes sociales

La imagen de una tenista sonriente y poderosa, celebrando un punto decisivo sobre el polvo de ladrillo, contrasta violentamente con otra, mucho más silenciosa y oscura: la de quien, al terminar un partido, abre su celular y encuentra un cúmulo de mensajes de odio, amenazas y frases que ningún ser humano debería leer jamás. Katie Boulter, número 39º en el ranking de la WTA, vivió —y vive— ese contrapunto. Esta semana, decidió contar su experiencia públicamente.
“No creo que sea algo que le diría jamás a mi peor enemigo”, reflexionó con la voz entrecortada durante una entrevista con BBC Sport, al recordar el impacto emocional de algunos de los mensajes que recibió tras disputar un partido en Roland Garros. La británica había vencido a la francesa Carole Monnet en un duelo cerrado, con tie-break incluido. Pero en vez de disfrutar la victoria, encontró en su bandeja de entrada una serie de amenazas tan crueles como absurdas.
“Espero que tengas cáncer”, “deberías comprar velas y un ataúd para toda tu familia”, “voy a dañar la tumba de tu abuela si no murió mañana”. Esos fueron algunos de los mensajes que colmaron su celular apenas concluyó el encuentro. Otro usuario fue más directo: “Vete al infierno. Perdí el dinero que me envió mi madre”.
Boulter, de 28 años, no es un caso aislado. Como ella misma remarcó, este tipo de violencia digital se convirtió en moneda corriente dentro del circuito. “Al principio de mi carrera, probablemente me lo tomé muy a pecho… recibir comentarios sobre mi aspecto”, confesó. Hoy, a pesar de la experiencia y cierta coraza adquirida, reconoce que sigue siendo impactante. “Se hace más evidente cada vez que usás tu teléfono. Aumenta en número y también en nivel. No creo que haya nada descartado ahora”.
Gran parte de los ataques proviene, según explicó, de apostadores frustrados. “En cuanto a las amenazas de muerte, no es algo que quieras leer inmediatamente después de una derrota, pero muchas veces también lo recibís después de ganar”. La frustración de quienes juegan dinero en partidos de tenis se canaliza con odio hacia los jugadores, sin importar el desenlace real.
Para Boulter, el daño no es solo simbólico. “Esto demuestra lo vulnerables que somos. Realmente no sabés si esa persona está cerca, si sabe dónde vivís”, insistió, visiblemente afectada. El temor traspasa la pantalla y se transforma en una sensación constante de inseguridad. Como en tantos otros casos, el ciberacoso deja una marca duradera.
La británica no fue la única voz en advertir sobre el crecimiento del fenómeno. Datos de Signify, en conjunto con la Federación Internacional de Tenis (ITF) y la Asociación de Tenis Femenino (WTA), revelaron que en 2024 se enviaron más de 8.000 mensajes abusivos o amenazantes a 458 tenistas a través de redes sociales. Solo cinco jugadoras recibieron el 26% de esos ataques. Una sola cuenta fue responsable de 263 mensajes violentos.
Desde el Consejo de Apuestas y Juegos del Reino Unido, una entidad que agrupa a empresas del sector, condenaron el abuso en redes y pidieron a las plataformas que actúen más rápido para eliminar ese tipo de contenidos. Las compañías tecnológicas, por su parte, aseguran estar trabajando en sistemas de filtrado y monitoreo, aunque las pruebas indican que los mecanismos son, como mínimo, insuficientes.
Para Boulter, la situación sigue siendo alarmante: “He tenido bastantes cosas de ese tipo”, reconoció, al referirse también a mensajes con imágenes explícitas. Y lanzó una advertencia contundente: “Los jóvenes no deberían ver ni recibir este tipo de cosas”.
El testimonio de Katie Boulter se suma a una lista creciente de deportistas que decidieron hablar.
Quizás, el más emblemático sea el caso de Federico Agustín Gómez. El tenista nacido en Merlo llegaba de construir, en 2024, el año más destacado de una carrera con caminos oscilantes y alternativos, incluido el universitario en los Estados Unidos, por eso casi nadie sospechaba que podía sentirse abrumado al extremo o que había “tocado fondo” emocionalmente.
Cuando en marzo pasado, siendo el 135° del ranking ATP, utilizó su cuenta de Instagram para desahogarse y revelar, en forma desgarradora, que había vivido los seis meses “más duros como ser humano” y que en “reiteradas” ocasiones se le habían cruzado “pensamientos suicidas”, provocó un cimbronazo, un escalofrío colectivo. Primero, entre sus más próximos; ni a sus padres, Marcelo y Patricia, les había contado lo que estaba sufriendo. Y, al mismo, sacudió el mundo de las raquetas.
La confidencia de Gómez despertó preguntas: ¿se trata de un caso aislado en el tour o la asfixia psicológica que sintió el argentino se replica en más jugadores? ¿Hay muchos tenistas profesionales que acarrean estados de depresión, ansiedad, trastornos en la alimentación o para dormir? ¿Son parte, aun siendo atletas, de estas perturbaciones que van en aumento entre los jóvenes que se dedican a otras profesiones? La respuesta es sí. Con la revelación de Gómez como modelo,LA NACION relevó aspectos profundos de esta cuestión sensible con protagonistas de distintas áreas del circuito y la conclusión alarma.“Hay una neurosis por el éxito que antes no existía”, sentencia Pablo Pécora, licenciado en psicología, que trabaja desde hace 25 años con deportistas de alto rendimiento (con tenistas, un montón, desde Gastón Gaudio y David Nalbandian a Tomás Etcheverry y Thiago Tirante, entre tantos otros).
“Es algo horrible, horrible, decírselo a cualquiera. Es horrible”, repitió Boulter, con esa mezcla de tristeza, hartazgo y necesidad de ser escuchada.
Expuso un drama que padecen varias colegas; solo en 2024 se enviaron más de 8000 mensajes abusivos o amenazantes Tenis
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