Boca sigue lejos de aprobar en el juego y, pese a tener muchos delanteros, encontró la victoria con un cabezazo salvador de Lautaro Di Lollo​

No era un partido más para el Boca de Fernando Gago. Venía de dejar varios puntos en el camino del torneo Apertura, pero además necesitaba encontrar una respuesta energizante desde el juego en la previa del partido que disputará ante Alianza Lima, en Perú, por la Fase 2 de la Copa Libertadores. La ida será este martes y si hubo algo que caracterizó al conjunto xeneize en el ciclo del actual entrenador es un estado anímico ciclotímico y una deuda en el juego que no termina de saldar con la sumatoria de capítulos (partidos). En ese sentido, el triunfo sobre el final por 1-0 con el cabezazo de Lautaro Di Lollo le dio tiempo para seguir trabajando, pero a nivel colectivo sigue sin aprobar, lejos del estilo y la identidad que pretende su entrenador.

Justamente con la mira en el compromiso internacional, Gago hizo varios cambios. Y en ellos encontraron su oportunidad el lateral Lautaro Blanco y los mediocampistas Ignacio Miramón y Kevin Zenón, tres futbolistas que les costó jugar con continuidad desde la llegada de Gago. Miramón, desprendiéndose como doble 5, tuvo una chance de gol en el comienzo, tras un centro atrás de Zeballos, pero su remate se fue muy desviado.

Banfield mantuvo la intención de protagonismo que adquirió desde el arribo de Ariel Broggi como DT: postura en campo rival con una buena presión alta, y ataques verticales y veloces, iniciados desde las proyecciones de los laterales Ramiro Di Luciano (de un muy buen primer tiempo, con quites precisos y proyecciones) y Mathías De Ritis. Justo en la primera acción lanzada del lateral izquierdo llegó el córner que ejecutó Lautaro Ríos y el cabezazo de Maldonado dio en el travesaño.

La presión alta del Taladro encontraba más réditos que las salidas desde abajo de Boca. Así, Velasco aparecía como lateral izquierdo bis para frenar los avances de Di Luciano, y Camilo Rey Domenech, el volante central criterioso y con buena técnica que encontró más continuidad con Gago en Boca, aparecía demasiado cerca de la medialuna del área defendida por Marchesín. Un termómetro de dónde se jugaba el partido.

Lo mejor del partido

Los intentos de Zeballos como wing derecho fueron la principal arma ofensiva de Boca, pero el equipo visitante necesitaba resolver -desde la construcción del juego- el mismo déficit de los partidos anteriores: la zona de volantes. Si bien con Zenón y Velasco tenía características de mediocampistas ofensivos y no tanto de delanteros, la ecuación no parecía sencilla de resolver. Por eso Banfield, cuando le pasaba esa zona, encontraba huecos con facilidad: de un centro de Di Luciano llegó una volea de Gonzalo Ríos que se fue cerca del travesaño.

El dominio fue local desde la simpleza de su sistema 4-4-2. La apuesta ofensiva de Boca, cuando podía sortear el primer bloque de presión, fue generar riesgo con aceleraciones: así fue que un quite de Zenón terminó con un contraataque de 4 vs. 3, pero que se terminó ensuciando, con un buen retroceso local para cortarle los pasillos interiores. Los movimientos del equipo de Gago requerían de una alta precisión en los pases y los controles.

Ante las falencias marcadas, Gagó enrocó a Zenón con Velasco y pasó a jugar 4-3-3: el exUnión se corrió a la punta izquierda y se centralizó más Velasco, que como extremo casi no había podido desequilibrar. Los que “pagaban” la falta de claridad en la línea de volantes (con demasiadas rotaciones y movimientos posicionales) fueron los laterales: si Advíncula y Lautaro Blanco tienen como cualidades sus proyecciones ofensivas y desdoblamientos, casi no lo pudieron hacer. Estuvieron contenidos, casi más pendientes de los ataques de frente rivales. Con la modificación del DT, Zenón logró sacar desde la izquierda más centros, aunque sin eficacia; y Velasco entró más en juego con la pelota, pero sin incidencia en los últimos metros. Otro indicio de la desconexión: Milton Giménez casi no tocó la pelota.

La primera situación de riesgo clara en el segundo tiempo también la tuvo Banfield, luego de un desborde de Alaniz por la derecha y un centro atrás que no encontró afirmado a Bisanz, ya que su remate se fue por encima del travesaño. Eso activó dos modificaciones en Gago: ingresaron Carlos Palacios y Brian Aguirre por Zenón y Velasco.

Lautaro Blanco vio la amarilla por una nueva proyección de Ramiro Di Luciano, en modo wing derecho. Y el Taladro tuvo cinco minutos de dominio más profundo con una seguidilla de tiros libres que le generaron algún que otro dolor de cabeza a Marchesín. A los 24 minutos, un córner de Ríos encontró una palomita de Río que se fue increíblemente cruzada.

Gago metió dos cambios más: Alarcón y Lucas Janson por Miramón y Zeballos, similares características para renovar energías en la mitad de la cancha y el ataque. La última carta fue la entrada de Miguel Merentiel por Milton Giménez. La ecuación no se modificó en el juego pero Boca, que estuvo más cerca de perderlo de pelota parada, encontró el festejo final con un cabezazo de Lautaro Di Lollo tras un córner de Palacios.

Tuvo el segundo grito Janson, con un mano a mano que le sacó Sanguinetti y un zurdazo en el palo; y en el contraataque se fue expulsado Ayrton Costa por doble amonestación. En el final, otro centro rasante de Di Luciano (la figura de la cancha) dejó a Gonzalo Ríos de cara al gol pero Marchesín evitó el empate. Boca encontró un nuevo respiro luego del triunfo ante Independiente Rivadavia, pero su jugador más destacado fue otra vez Marchesín. Otro síntoma que el equipo no termina de despegar como tal.

​ El partido se jugó a un ritmo frenético y Banfield, que había tenido las mejores chances para convertir, no mereció irse con las manos vacías  Fútbol 

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