Julien Alfred en los Juegos Olímpicos 2024: la sorpresa de los 100 metros femeninos que hizo delirar a Santa Lucía​

PARIS.- Los silencios del atletismo son más profundos que los de cualquier otro deporte. Es un momento sagrado, un acuerdo tácito en el que miles y miles de personas reunidas en una mole de hormigón deciden no pronunciar palabra por unos segundos; ni siquiera dar un suspiro. Justo antes de que Julien Alfred, de Santa Lucía, ganara la final de 100 metros femenina y se consagrara campeona olímpica en París 2024, acababa de largarse un tremendo chaparrón sobre el Stade de France. Durante esa impactante ausencia de sonido, dos helicópteros insolentes, suspendidos en el cielo plomizo, rompían el ritual con el traqueteo de sus hélices.

Ya cuando sonó la pistola y la caribeña salió disparada como un rayo hacia la meta, el público estalló y largó desde sus entrañas esa pasión que tenían contenida. Esa furia universal del fanático. Quizás no muchos esperaban que la isleña revalidara la excelente impresión que había dado en las semifinales, pero terminaron aplaudiéndola y rindiéndose ante un tiempo de 10s72 que le permitió a la ganadora superar a la principal favorita, la campeona mundial estadounidense Sha’Carri Richardson, que se llevó la plata con 10s87, seguida por su compatriota Melissa Jefferson (10s92) en el tercer lugar.

Una sorpresa para uno de los deportes madre del olimpismo, y también un guiño con la Argentina, porque Alfred consiguió la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018. En Buenos Aires, en esa cita de tinte urbano, empezó a tomar envión esta velocista que automáticamente se diplomó como la deportista más célebre de su pequeña nación de 616 km² y una población de 179.651 habitantes, según un censo de 2021. De hecho, le brindó la primera medalla en la historia. En medio de la conmoción por su gesta consumada, recordó sus raíces y fue a buscar una bandera santalucense para agitarla bajo la refrescante lluvia parisina. Un batacazo descomunal y inolvidable de una corredora de 23 años y sonrisa contagiosa.

Y después de la instantánea de Julien superando la meta en París, las redes sociales se inundaron de un mismo video, colorido, lleno de dopamina: en algún lugar de Castries (capital de Santa Lucía), se observa un edificio colonial de fondo y aparecen cientos de compatriotas que saltan, gritan y se vuelven locos cuando ven ganar a su heroína en una pantalla gigante. También se abrazan, ríen y lloran para disfrutar de uno de los momentos más emotivos de sus vidas, como bien sabe brindar el deporte.

En algún lugar de Santa Lucía, una pantalla gigante y una multitud con una ilusión enorme: ver a su sprinter, campeona.

Lo que acaba de hacer Julien Alfred es hermoso. El deporte es necesario y un bálsamo para la sociedad. ❤️‍🩹pic.twitter.com/wnE9lciouh

— Paula Fresneda Gómez (@PauFresneda) August 3, 2024

¿Cómo contextualizar el tiempo de 10s72 de Alfred? La mejor marca de su trayectoria la había conseguido este año, con 10s78 y la performance más relevante de la historia en los 100 metros sigue correspondiendo a Florence Griffith Joyner (10s49 en los Juegos de Indianápolis ‘88). Entre cronos, vencedoras y vencidas, la gran perdedora fue Jamaica entera, cuna de la velocidad, que había triunfado en esta prueba en los últimos cuatro Juegos Olímpicos, con Shelly Ann Fraser-Pryce en Pekín 2008 y Londres 2012 y Elaine Thompson en Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020. Pero incluso, las jamaiquinas no habían figurado en algún escalón del podio en los 100 metros por última vez en Seúl ‘88. Un verdadero derrumbe, sin las melodías del reggae.

A propósito de Jamaica: extraño caso el de Fraser-Pryce, que dejó su carril vacío y se bajó de las semifinales por causas desconocidas. Se le había negado el acceso al área de calentamiento debido a un cambio de reglas entre el día 1 y el 2. No hubo un comunicado oficial, pero a esta leyenda del atletismo se le astilló el último capítulo de su cuento de hadas: se erigía como una candidata al oro a sus 37 años, y con una mejor marca personal de 10s60… pero el público se quedó con ganas de verla en su último acto olímpico.

En tanto, la norteamericana Sha’Carri Richardson terminó seguramente con sensaciones ambiguas. Ansiaba el oro y era la gran candidata, pero al mismo tiempo se redimió al volver al Circo de los Juegos Olímpicos, luego de su ausencia en Tokio 2020 debido a una suspensión de un mes por un positivo de canabbis. En su momento fumó marihuana para paliar la depresión por la repentina muerte de su madre biológica, Shayaria, que la había abandonado de nena. Sha’Carri fue criada por su abuela y se enteró de la muerte cuando un periodista la entrevistaba, un episodio que calificó de detonante y “sin dudas estresante”. Después de aquella sanción, de a poco volvió a los primeros planos hasta situarse como gran candidata en París, pero no pudo coronarse.

Así, la gloria cubrió a Julien Alfred, detectada por un bibliotecario en la escuela primaria, pero cuya infancia recibió un golpe abrupto por la muerte de su padre, a sus 12 años. Finalmente, la chica utilizó el deporte para recomponerse del dolor y a los 15 años ya era campeona de Centroamérica y el Caribe Sub 15 y fue nombrada Deportista Juvenil del Año en Santa Lucía en 2015 y 2017. El gran salto de calidad lo dio al salir de la isla, para mudarse a otra: se incorporó a la St. Catherine High School de Jamaica, bajo una estructura mucho más desarrollada para una velocista. Y esos progresos se observaron en los Juegos Olímpicos de la Juventud en nuestro país.

Pero todavía faltaba una escala: llegó a la Universidad de Texas y quedó bajo la dirección del entrenador haitiano Edrick Floréal, una eminencia a quien se conoce como “Coach Flo”, que supo sacarle lo mejor de su talento y le insufló una actitud ganadora desde su instinto paternal. Dos enormes indicios de su progreso se dieron con su triunfo en los 100 metros en el Campeonato Nacional de Atletismo de la NCAA y en un certamen en Hungría en el que superó a Richardson. Un largo recorrido hasta llegar a la Ciudad Luz, en donde logró hacer hablar y averiguar sobre una isla del Caribe, en donde sus habitantes deliraron quizás como nunca antes en sus vidas frente a los celulares y aparatos de TV.

​ En París se impuso a la gran favorita, Sha’Carri Richardson, y le dio a la isla caribeña la primera medalla olímpica de la historia; Shelly Ann Fraser-Pryce se bajó en semifinales  Deportes 

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